Alfredo Sánchez Jr.
La libertad de expresión es lo mejor que le ha pasado al ser humano racional, le ha permitido poder expresar nuevas ideas, proyectos e incluso mejorar sus capacidades por medio de compartir sus experiencias con otras personas y ser respondido por otra que tenga un interés en el mismo tema.
Aunque todo suena hasta cierto punto utópico, lamentablemente se ha deformado la idea la libertad de expresión. En vez de escuchar y ser escuchado se ha vuelto algo más como obligar a que me escuchen, pero… ¿por qué?, lamentablemente sonará algo despectivo pero es la realidad; la ignorancia es la base de la enfermedad que aqueja a la libertad de expresión actualmente en una civilización basada en una red en la cual puedes “protegerte” detrás de una pantalla, que genera una problemática que se van haciendo grandes como una bola de nieve, cuando incluso no es necesario generar tanta atención a un tema tan irrelevante como lo puede ser la vida privada de otras personas sean o no sean “famosas” o “influenciadores”.
Eso fue un ejemplo vago, un ejemplo más racional sería Twitter, ya que ahí reina la prepotencia y la desinformación de temas de discusión en base a sus usuarios menos capaces (mentalmente hablando).
A lo que se busca llegar es que no se debe de obligar a la gente a escucharte y si las personas tienen algo que decir también hay que escucharlas ya que de esa forma todos aprendemos de todos.
El peor/mejor ejemplo sería la vandalización del Ángel de la Independencia tras la marcha feminista (no se tiene nada en contra del movimiento feminista sólo es una observación respetuosa), que sin duda alguna estaba de más. No me abstengo a las marchas y mucho menos a que expresen sus problemáticas que aquejan a la sociedad actual, solo tener en cuenta que las acciones tienen consecuencias y esa acción no fue del todo correcta.
Tampoco lo es agredir a peatones o personas que no tienen nada que ver con el tema principal que es los feminicidios, que si es una realidad, a México lo aqueja la violencia desde hace años y no se ha detenido, al contrario solo va en aumento en todos los sectores de inseguridad, no sólo en las muertes de las mujeres, también en hombres, niñas y niños.
Para cambiar esté país no sólo es cuestión de pedir a gritos por la calle que te escuchen y que alguien más se encargue, lamentablemente si no son decenas de millones de personas que mantengan la presión constante sobre los gobernantes no se logrará nada, los que deben de cambiar al país por sus propios medios somos todos nosotros; suena fácil de decir pero no lo es, todos lo saben, si no México no estaría como está actualmente.
Para ser concisos, no es cuestión de sólo decir lo que tengas que decir, es cuestión de actuar conforme al ideal que se busca proteger, pero de una manera humana sin llegar al salvajismo, ni vandalismo.
