Edgard González Suárez
El jueves 25 de julio como un reguero de pólvora se difundió la noticia de que Ismael Zambada, el famoso Mayo Zambada, había sido detenido en un aeropuerto de Texas, Estados Unidos.
Más allá del suceso, de inmediato se fraguaron dos narrativas encontradas y que por supuesto, cada una de ella tiene beneficiarios concretos. Por un lado, los marcos de interpretación intentaron consolidar la idea de que el Mayo Zambada, ícono del narcotráfico histórico en México, había sido 1) “detenido” por agentes de la DEA al cruzar la línea fronteriza entre México y Texas, y 2) que el famoso narcotraficante había “pactado y negociado” su entrega a los federales americanos.
En este choque de interpretaciones destacan sendas entrevistas que dieron Anabel Fernández en el programa de Aristegui noticias y, por otro lado, Jesús Esquivel -de proceso- que fue entrevistado en el programa de Julio Astillero.
Para Anabel Hernández, recién denunciada -por el Gobierno Federal- como informante y colaboradora de la DEA, sostuvo a viento y marea, que el Capo sinaloense había sido “capturado” por el FBI después de un exitoso trabajo de inteligencia, desde hace un año, y que culminó con el arresto del último líder histórico del Cartel de Sinaloa. La idea explícita e implícita en sus declaraciones al programa consistieron en señalar:
A) El Gobierno de AMLO no fue avisado de la operación porque sus vínculos con el cartel de Sinaloa son tantos y decisivos que podría haber fracasado esa captura. Argumento muy en la lógica tanto de la DEA como de la propia Anabel al señalar que tanto ella como la agencia antidrogas americana son enemigos del Gobierno Federal.
B) La “captura” se da en el marco de la búsqueda más prolongada de un delincuente, donde intervino el FBI y no la DEA, y ella infiere -por un informante que participó en el operativo- que el “Mayo” fue engañado y “puesto” por Joaquín Guzmán López, uno de los chapitos que también viajaba con él y, de hecho, lo entrega a las autoridades norteamericanas.
Para Jesús Esquivel, corresponsal de Proceso en Washington, el suceso tiene otras características. A pregunta expresa de Julio Hernández que fue lo que pasó, Jesús Esquivel afirmó: se entregó.
A) El personaje que durante más de 50 años no había podido ser capturado, llegó a suelo norteamericano sin estar esposado, tranquilo, y diciendo “ya estoy aquí” o “ya llegué”. El “operativo” implicó el traslado en avioneta desde Hermosillo, Sonora, cruzó a Texas y de ahí se traslado al aeropuerto de Santa Elena en Nuevo México.
B) La negociación directa entre la DEA y Zambada implicó hacer a un lado al Gobierno Federal, desde hace tres años, para que se fueran desahogando los casos de los chapitos y del vicentillo para terminar negociando su propia entrega a las autoridades federales americanas. Para Esquivel, el mayo esta muy enfermó, quizá en fase terminal, y ya no tiene las fuerzas ni los reflejos para estar a salto de mata. A cambio de un juicio en Chicago, Zambada entregará expedientes y expedientes, nominas, cuentas bancarias, nombres de políticos, empresarios y secretarios de estado involucrados y beneficiarios del narcotráfico.
Las dos narrativas apuntan a objetivos y revestimentos diferentes: para una -la narrativa de Anabel Hernández-, la “captura” muestra la eficiencia de las autoridades americanas, su compromiso ineludible en el combate al narco, su papel como acusado e informante de los juicios contra los chapitos y en su propio proceso, a contrapelo de la ineficiencia de las autoridades mexicanas, y la colusión del Gobierno Federal con el cártel de Sinaloa.
Para la otra -la narrativa de Jesús Esquivel- la “entrega” muestra que Zambada García esta en su fase más débil y de salud, ha renovado el liderazgo de su fracción y ha dejado en manos de otros el negocio, quiere ver a sus hijos, ahora bajo protección federal norteamericana, buscará ser testigo protegido a cambio de información sobre las redes del narcotráfico en México, principalmente de los operadores políticos y financieros en los últimos tres sexenios e intentará morir libre, retirado o jubilado en algún lugar de los estados unidos.
En lo que ambas narrativas coinciden es que el futuro del narcotraficante será: 1) cadena perpetua en una cárcel de máxima seguridad en los estados unidos y morir irremediablemente en la cárcel o 2) cooperar con los fiscales americanos para desarmar el sistema político-financiero llamado Cártel de Sinaloa.
Desde mi punto de vista, los fiscales americanos necesitan un paquete de información contundente acerca de la red de complicidades dentro y fuera de México, se inscribe la negociación con zambada de la lucha frontal y estratégica contra el fentanilo y le obsequiaron su detención, su proceso, en condiciones ventajosas, para poder morir, oculto y con su familia en algún lugar desconocido de los estados unidos de américa.
