Por Jorge Luis Malpica Ortiz
La manifestación del pasado domingo 26 de febrero fue la eclosión de una buena parte de la ciudadanía mexicana buscando un objetivo claro: defender al INE como la institución que ha garantizado la incipiente democracia en nuestro país durante los últimos treinta años.
Realmente fue un ejemplo de civilidad lo que se vio en la Ciudad de México, por supuesto en el Zócalo, en los distintos puntos de la República Mexicana, en las diversas ciudades donde se realizaron estas movilizaciones con gran aglomeración de personas; fue una muestra de determinación por defender un ideal, el ideal de una sociedad democrática y con libertades, las cuales se ven seriamente vulneradas con el famoso Plan B de la reforma electoral de AMLO que acaba de pasar por el poder legislativo.
Es muy reconfortante que se haya cumplido el cometido de movilización de tanta gente, lo cual demuestra que la ciudadanía está abriendo los ojos, se está manifestando. Esperemos que esta demostración de músculo social influya en la determinación que tendrán los ministros y ministras de la Suprema Corte de Justicia de la Nación para declararla inconstitucional.
Ahora bien, en unos cuantos días va a pasar el paroxismo de esta victoria ciudadana, ¿Y luego qué? ¿De qué sirve tanta fuerza social si no se aplica para tratar de mejorar lo que muchos pensamos están haciendo mal en este gobierno? Algunos dirán que es importante comenzar con algo para después continuar con el cometido, lo cual acepto pero a medias. No siento que exista un objetivo claro por parte de los organizadores de esta movilización para saber adónde van a llegar, ni menos el cómo y con quiénes. Si ya se logró despertar a la sociedad, aglutinarla y moverla, es tiempo que este movimiento defina un liderazgo que pueda ser, de una vez por todas, una opción para competir al tú por tú a Morena y aliados en el 2024.
Al otro día de la movilización, estuve escuchando por la mañana los posicionamientos de buena parte de los actores políticos en el país.
Me llamó la atención el de Epigmenio Ibarra, por ejemplo. Aunque no comulgo con su visión, ideología y forma de pensar, Epigmenio dijo que sí era bueno que se hubiera llevado a cabo una manifestación pacífica, que es el derecho que todo mundo tiene a poder expresar ideas, puntos de vista, pero él no veía que hubiera un rumbo político en este acto, es decir, que no hubo un solo planteamiento, no hay un líder o un liderazgo claro que te diga: ¿no estás de acuerdo con lo que hay?, ¿entonces qué propones? En esto estoy de acuerdo con Epigmenio, no hay un liderazgo consolidado de ningún partido político, incluso de la propia ciudadanía, que diga directamente: a ver sí, yo quiero. Yo voy a hacer. Yo voy aglutinarlos a todos. Yo voy a cuestionar a todos. ¿Por qué? Porque este es mi proyecto de nación. No existe uno solo que haya dado un posicionamiento como proyecto de nación.
En contraparte, hay que reconocerle algo a este movimiento de la cuarta transformación, como ellos le llaman, del presidente López Obrador: Ellos sí tienen muy bien consolidado su discurso, tienen bien estructurado su proyecto de nación, bajo su lógica y perspectiva, pero lo tienen. Con un manifiesto ordenado, bien armado y que lo han llevado a cabo bajo una propaganda tremenda consolidada en las mañaneras y en la horda que tienen en redes sociales, repitiendo hasta el hartazgo los mismos tópicos y conceptos que profiere el presidente. Es un sistema goebbeliano puro del nazismo del siglo pasado que les ha funcionado en estos cuatro años y contando.
Que va a continuar su funcionamiento como tal, no lo creo. La terca realidad ya les está azotando en la cara y lo seguirá haciendo, por eso es de vital importancia para los organizadores de este movimiento social ciudadano se enfoquen en ver cómo van a encausar esta fuerza social que ya despertaron para capitalizarla políticamente, con objetivos y propuestas claras; con un liderazgo visible, atractivo y determinado para lo que viene en el 2024.
El presidente López Obrador dijo que era bueno que se manifestaran para que se definieran de una vez y en eso tiene razón: es el momento de definirse, porque si únicamente se quedan con el triunfalismo de que salieron miles de personas a las calles el 26 de febrero y no hay un rumbo claro de aquí al 2024, de nada va a servir esa gran concentración. ¡El tiempo ya es factor!
