Edgard González Suárez
Se llegó al primer año de la guerra ruso-ucraniana, sin vencedores y ni vencidos. Todos los observadores aseguran que la peor parte la ha llevado Ucrania, con más de 300 mil muertos, una cifra espeluznante por donde quiera que se le vea, igual para Rusia que tenido que contabilizar más de 50 mil muertos en el campo de batalla. Como sea, a un año de Guerra las cifran pudieran estar alcanzando el medio millón de hombre muertos en combate.
Este enfrentamiento ha mostrado qué, hasta ahora, gracias al apoyo de la OTAN y de Europa, si bien, Rusia ha tomado el donbás militarmente, pero no ha podido avanzar y romper la línea del frente. Pero al mismo tiempo, Ucrania no ha podido derrotar a los rusos, y no solo no ha ganado terreno, ni ciudades, sino que ha empezado a perder nuevas zonas y su ejército, las fuerzas armadas ucranianas, han tenido que abandonar varias ciudades.
En el terreno militar, la superioridad rusa, masacra y machaca día a día a los ucranianos, pero estos resisten hasta donde pueden; en todo el mes de enero, el gobierno de Zelensky se dividió, formándose dos bandos, uno que preveía la derrota y la necesidad de iniciar conversaciones de Paz, y otro, que se radicalizaba y exigía a Europa y a los EEUU que apoyaran a Ucrania con Tanques, Aviones Caza y misiles de largo alcance. El Gobierno ante esta división inició una purga, tanto en el ejercito como en el ministerio del interior, y doblegó a la corriente pacifista.
Los nazis-ucranianos habían derrotado a la oposición interna, y consolidaron su alianza con el Gobierno de los Estados unidos, que promovió no solo la resistencia en el frente, sino doblegó a Europa para que dotara de tanques y municiones al Ejército ucraniano.
La guerra esta perfectamente definida, no es Ucrania, es la guerra entre la OTAN y Rusia, y no es un asunto territorial, ni ideológico, es una guerra que intenta romper la dominación económico-financiera americana en la zona, y abrir el cerco político-militar que los estados unidos han montado en contra de Rusia.
El mismo día del primer aniversario del inicio de las operaciones militares rusas en Ucrania. Se dio un fenómeno político que merece la pena leerlo con cuidado: En pleno aniversario de la independencia de Estonia, una exrepública soviética, Úrsula Von Der Leyer, presidenta de la comisión europea, declaro “Debemos seguir dando a Ucrania los medios para defenderse, hasta que los rusos pongan fin a esta guerra y abandonen Ucrania” en consonancia con el discurso militarista de Zelensky, Biden, y la OTAN.
Tres horas más tarde, China anuncia su plan de paz para la Guerra ruso-ucraniana. Wang Wenbin anunció en una rueda de prensa un Plan de 12 puntos para negociar la paz en ucrania. China invita a las partes a negociar lo más rápidamente para evitar el deterioro, aún mayor, de la economía mundial. Propone garantizar las redes de suministro, la exportación de cereales, aboga por no usar armas nucleares, apoya la soberanía ucraniana, pero considera legitimas las demandas rusas acerca de su seguridad. Y ante la ofensiva diplomática China, 2 horas más tarde, en nota publicada por The Wall Street Jornal encabezó “El canciller de Alemania, Olaf Sholtz, junto con el presidente de Francia, Emanuel Macron, solicitaron al líder de Ucrania, Volodímir Zelenzky, comenzar negociaciones de paz con rusia”.
Lo que llama poderosamente la atención es que el mundo, y particularmente Europa y los Estados Unidos, están divididos sobre el curso que debe llevar este enfrentamiento. Las alas ideológicas cada vez que pueden atizan a sus adversarios y reclaman, unos más armamentos y más guerra, y otros, más negociaciones y menos guerra.
Hasta el día de hoy, parece que las partes estarán dispuestas a negociar una vez que alguna de ellas haya alcanzado un dominio indiscutible sobre la otra. Mientras esto sucede, la muerte, el dolor y la desesperanza cubren la faz de la tierra.
