Hace apenas unos días estuvimos comentando sobre el embate que profirió el presidente López Obrador hacia los jueces federales que otorgaron las suspensiones definitivas a los amparos que surgieron en contra de la ley de Energía Eléctrica enviada por el mismo presidente, en donde el titular del ejecutivo instó, a través de una carta, al propio Presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a investigar al juez, por su posible colusión con las empresas que promovieron los amparos. El desenlace hasta ahora queda en nuestro pleno reconocimiento a los jueces, Juan Pablo Gómez Fierro y Rodrigo De la Peza López Figueroa, quienes no se doblegaron ante la furia presidencial y aguantaron sus posturas sustentadas en argumentos jurídicos constitucionales.
Este flamígero embate presidencial, sin duda, es ya un resultado de la perversa tentación que conlleva la concentración de poder: que se haga mi voluntad a cuesta de todo. Abiertamente, el presidente intentó invadir la independencia de uno de los tres poderes del Estado mexicano, el Judicial, exigiendo al juez que modificara su resolución. No lo logró por esa vía, cosa que al estado de derecho y a nuestra vida democrática le viene de maravilla.
Históricamente, la perversa tentación de concentrar el poder ha causado muchos problemas para México. Enrique Krauze, en su libro de ensayos, Tiempo contado, hace un interesante repaso sobre este hecho, donde menciona que existió una concentración de poder prehispánica con los Mexicas; el virreinato concentró el poder en los peninsulares haciendo a un lado a criollos, lo cual desembocó en la guerra de Independencia; la mitad del siglo XIX estuvo envuelta en una confrontación ideológica entre Liberales y conservadores que terminó con el triunfo de los primeros en la Reforma de 1857, hecho histórico que pretendió construir los cimientos de una nación moderna e igualitaria. ” La Reforma podría cobrar ante nuestros ojos su verdadera importancia. La Reforma no sólo cambió la vida del país de manera profunda y decisiva, sino que su legado deberá convertirse en el programa del siglo XXI…Afianzar esas libertades cívicas fue el gran logro de los constituyentes del 56 y de los artífices de la Reforma. La palabra ciudadano era un concepto vacío hasta que aquellos hombres “que parecían gigantes” (Antonio Caso) la dotaron de contenido a través de las garantías individuales (de amparo, de defensa en juicios civiles y penales, etcétera) y de una incipiente pero genuina práctica republicana, representativa, democrática y federal.” (Enrique Krauze, Tiempo contado)
No obstante, las leyes de Reforma, la perversa tentación volvió a surgir con el porfiriato, en las postrimerías de la Revolución con Calles, en los más de 70 años de “dictadura perfecta “, diría Vargas Llosa, del PRI y ahora… Ahora el presidente López Obrador parece no hacer honor a quienes tanto venera como son los constituyentes del 56, encabezados por su máxima figura, Benito Juárez, al pretender concentrar él todo el poder y no hacer valer y respetar el estado de derecho, el marco legal y la propia Constitución.
La Perversa tentación históricamente continúa.
Jorge Luis Malpica Ortiz