“La peculiar conformación del poder político en México, una de cuyas características principales es su alta concentración en manos del Poder Ejecutivo Federal, en particular del Presidente de la República.
En la actualidad, sus poderes constitucionales y metaconstitucionales, hacen que el Presidente sea el actor por excelencia en nuestro proceso político. En realidad son pocos los sistemas modernos donde existe un presidencialismo tan fuerte como en el mexicano.
Desde un punto de vista formal, el jefe del Ejecutivo en México es, a la vez, el jefe de gobierno y el jefe del Estado. Tiene el control de las fuerzas armadas y plena libertad para nombrar y destituir a sus colaboradores, quienes son responsables únicamente ante él; el Congreso puede citarlos a comparecer pero no puede removerlos de sus cargos.
Como el jefe del Ejecutivo no es responsable ante el legislativo, el Congreso no puede recurrir al voto de censura. El Presidente, además de promulgar y ejecutar las leyes, tiene en este campo facultades de iniciativa que emplea al máximo, así como una amplia capacidad para legislar en materia económica y de otra índole, aunque eventualmente deberá someter su acción a la aprobación del Legislativo”.
Este texto forma parte del libro “La segunda muerte de la Revolución Mexicana”, de Lorenzo Meyer, en el cual el periodista e historiador hace una crítica del poder omnímodo que el presidencialismo mexicano vivió durante más de 80 años con el PRI en el poder.
Lo curioso del tema es que este libro fue publicado en 1992 en su primera edición y, a la fecha, pareciera que estas reflexiones son destinadas a lo que estamos viviendo hoy día en México: el regreso de la concentración de poder en una sola persona que es el Presidente.
El hecho más reciente, que ha causado mucha polémica a nivel nacional, es el embate mediático que está haciendo el Presidente López Obrador en contra del juez federal, Juan Pablo Gómez Fierro, por haber otorgado un amparo en contra de la apenas promulgada Ley de Energía Eléctrica.
La embestida se fue hasta la SCJN en una misiva que envió el propio Presidente de la República al titular del máximo órgano de impartición de justicia para que el Consejo de la Judicatura Federal investigue al juez en cuestión, por probables actos de corrupción.
El ministro Presidente de la Corte, Arturo Zaldívar, contestó que el Poder Judicial es independiente y de la misma forma se deben conducir sus integrantes, respetando siempre el estado de derecho y la Constitución, sin embargo sostuvo que el Consejo de la Judicatura va a revisar si es procedente la investigación al juez.
Es grave lo que se está dando en torno al embate del Presidente contra el juez Gómez Fierro, porque a todas luces significa un retroceso al más puro estilo setentero de gobernar: el sometimiento de las instituciones a la voluntad de una sola persona, el Presidente de la República.
Vamos a ver hasta dónde va a aguantar el juez Gómez Fierro la presión, a su vez que la SCJN tendrá un gran escollo que sortear, ya que se pone en riesgo su autonomía, al igual que la de todos los mexicanos.
Jorge Luis Malpica Ortiz