Hace apenas unos días hablamos sobre el libro de Pierre Bourdieu, ¿Qué significa hablar, economía de los intercambios lingüísticos, en el cual marca que un aspecto de suma importancia para instaurar un régimen es la oferta lingüística, seducir a través de la palabra para posicionar un mensaje, una idea, una postura? Para hacerla valer en todo su conjunto, se necesita que exista una congruencia entre lo que se dice y lo que se hace. Parece una verdad de Perogrullo, pero en el fondo no lo es.
Este efecto tal cual esta sucediendo en México con lo que dice el presidente López Obrador con el tema de las mujeres. No obstante, el propio presidente tiene muy posicionado todo su discurso en la opinión pública–por eso su todavía alta aceptación según las encuestas–, sus declaraciones entorno a la grave problemática que viven las mujeres en nuestro país no son compatibles con los hechos que se viven diariamente, y su gobierno no ha hecho lo suficiente para combatirlos. Tan sólo 70 mujeres son violadas a diario; más de 3 700 asesinadas en 2020 y se registraron más de 970 feminicidios en ese mismo año.
Hace apenas un par de semanas, dijo abiertamente en una de sus conferencias de prensa mañaneras que no sabía lo que significaba romper el pacto patriarcal y, ya después de la explicación que le dio su esposa, adujo que no tenía que haber tal porque su gobierno respeta a las mujeres; todo lo que dicen ellas es porque las azuzan los “conservadores”, aseveró.
El simple hecho de no haber sabido qué es el pacto patriarcal ya implica no tener en cuenta la problemática de las mujeres, dado que este fenómeno es punta de lanza en su lucha por la igualdad de género. El otro grave error es el que consistentemente le quiere endilgar el origen de su protesta a intenciones desestabilizadoras de sus adversarios, dejando a las propias mujeres como si fueran unos objetos maleables, manipulables y sin capacidad de decisión.
Definitivamente no entienden desde el gobierno lo que exigen las mujeres y no las quieren entender. Salir a decir que no son machistas y que apoyan su demanda es una declaración vacía, porque en el fondo no es así. Los datos y los hechos, como ya lo mencionamos, dicen todo lo contrario y ellas lo saben. Si piensan que las van a dormir con sus discursos falaces, demagogos y redundantes están muy equivocados; se van a topar con una pared muy dura.
Tan sólo hay que analizar las palabras de nuestra gran amiga y columnista de Nvnoticias.mx, Mónica Mendoza, en su columna de hace unos días: “A nadie le importa más la vida de las mujeres que a nosotras mismas. A nadie preocupa más que se limiten los recursos para guarderías o para refugios como a nosotras que los necesitamos. A nadie importa más que se postule como candidatos a acusados de delitos sexuales que a nosotras mismas, que hemos tenido que callar tantos agravios que se han cometido en nuestra contra, hasta que ya no podemos callar más y entonces gritamos fuerte que ¡ninguna violencia debe ser tolerada!… Basta ya de complicidades patriarcales y silencios ominosos. Nosotras somos las que escribimos nuestra historia. Asumamos nuestra ciudadanía como la más profunda de las decisiones políticas.” ¿Así o más claro?
“Las palabras mueven, los ejemplos arrastran”. Sabias palabras recogidas de una reflexión son las que se tienen que conjugar para poder hacer cambiar las cosas. Repetir como perorata una frase o idea y pretender modificar la realidad a través de ellas sin que se lleven a cabo es un sin sentido que, tarde o temprano, revienta a cualquiera. No quieren entender a las mujeres, no les interesa entenderlas. ¡No saben lo que hacen…tienen un serio problema!
Jorge Luis Malpica Ortiz
