Moisés Hernández Yoldi
La única forma en la que la sociedad puede incidir en la agenda política y en la toma de decisiones es desde el interior de los partidos políticos. Las reglas son claras, la única forma de acceder al poder es a través de las organizaciones políticas registradas y que cuentan con prerrogativas, hacerlo de manera independiente es una utopía, un reto casi imposible.
Los partidos políticos han creado un cerco, una muralla de requisitos y obstáculos que colocan en desventaja a todo aquel ciudadano o agrupación civil que quiera participar en una elección. Es verdad que la presión que ejercen agrupaciones y organizaciones sociales es cada vez mayor, sin embargo esa presión no es suficiente para terminar de incidir en las decisiones políticas y en la abrogación y derogación de leyes que se discuten en el Congreso.
Los partidos políticos son “un mal necesario” para nuestras aspiraciones democráticas, a pesar de su vulnerabilidad son la mejor herramienta para la representación y la participación cívica. Pero para que sean de utilidad y no se conviertan en un obstáculo, es necesario que la participación social no se limite a expresiones fuera de ellos, es necesario irrumpir y accionar desde adentro y desde abajo.
El ejercicio de la democracia depende de los roles que desempeñan los ciudadanos en la sociedad. Sin la participación ciudadana la democracia se debilita, es decir, pierde su representatividad y legitimidad. La participación permite, además, ejercer la ciudadanía en diferentes espacios; por ello, es importante fomentarla y ligarla a todos los procesos para la construcción del bien común.
Son los partidos políticos el mecanismo de representación por excelencia, al tiempo que permiten la construcción de vínculos entre Sociedad y Estado. La complejidad de nuestras sociedades no es solamente cuantitativa, sino también cualitativa; exige para la conformación de la representación política la existencia de esos organismos públicos encargados de conformar la representación, son el medio y debemos entenderlo así.
Por ello ha sido un error de las organizaciones ciudadanas verlos como entes aislados al movimiento de empoderamiento de la sociedad.
Organizaciones como Alternativas MX, Misión Rescate México, Sí Por México y muchas otras que sean han formado como parte de un movimiento social que cuestiona y le exige al poder ser escuchados y tomados en cuenta, fracasan en su intento de incidir en las grandes decisiones políticas al no tener un peso específico en el Congreso y al ser usadas, manipuladas y traicionadas por los partidos políticos, tal como ocurriera en el acuerdo firmado en noviembre pasado cuando Sí por México anunció su apoyo al PAN, PRI y PRD, este acuerdo incluía el compromiso de estos partidos políticos de dar espacio a los líderes que Alterativas MX y Sí por México habían detectado y desarrollado como parte de un muy bien estructurado plan capacitación de liderazgos, auspiciado y patrocinado por grandes empresas y organismos empresariales como COPARMEX y el Tecnológico de Monterrey.
El resultado fue el incumplimiento de los acuerdos firmados públicamente por los dirigentes en un evento trasmitido a través de a Redes Sociales y que tuvieron una amplia cobertura mediática.
La lección es clara, los partidos son necesarios para alcanzar el poder, pero no abrirán sus espacios a la sociedad por voluntad propia, tendrá que ser la sociedad con su fuerza, voluntad y persistencia, la que tendrá que irrumpir desde adentro y desde abajo para lograr incidir en las grandes decisiones políticas que le dan rumbo al país.
Sera así o no será.
