Por Art1llero
La decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de imponer aranceles del 25% a productos provenientes de México y Canadá marca un nuevo capítulo en su política proteccionista y en su desprecio por los acuerdos internacionales.
La respuesta inmediata del gobierno de Justin Trudeau, con la imposición de aranceles equivalentes a productos estadounidenses, sugiere que esta disputa puede escalar en una guerra comercial con graves consecuencias económicas para la región. Mientras tanto, el gobierno de México, encabezado por Claudia Sheinbaum, mantiene un silencio preocupante que solo aumenta la incertidumbre.
Trump: una amenaza para Norteamérica y la economía global
Trump es un peligro para la estabilidad de Norteamérica y para la economía mundial. Sus decisiones, marcadas por una arrogancia desmedida, buscan someter a sus socios comerciales bajo la lógica de la intimidación y el chantaje. Sus modos, formas y estilo de ejercer el poder son grotescos y destructivos, alejados de cualquier principio de diplomacia y respeto mutuo entre naciones.
La imposición de estos aranceles no solo es una violación flagrante al T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá), sino que también es una declaración de guerra económica contra sus aliados históricos. Su discurso de “América Primero” se ha traducido en un “América Sola”, donde la estabilidad de la región se ve amenazada por medidas unilaterales que desprecian el libre comercio y el desarrollo conjunto.
México y Canadá tienen herramientas legales para defenderse. El capítulo 31 del T-MEC establece mecanismos de resolución de disputas que podrían activarse para frenar estas medidas. Sin embargo, la respuesta debe ser rápida y enérgica, ya que los efectos de estos aranceles impactarán directamente en la competitividad de las empresas, encarecerán bienes esenciales y desestabilizarán los mercados financieros.
El impacto en los mercados y el empleo
Los efectos de esta decisión ya se reflejan en los mercados financieros. Wall Street sufrió una caída pronunciada tras el anuncio:
• S&P 500: -1.76%
• Dow Jones: -1.48%
• Nasdaq: -2.64%
• Nvidia, una de las empresas más valiosas de la actualidad, cayó un 8%.
El impacto será inmediato: el aumento en costos de producción afectará a la industria automotriz, manufacturera y agrícola, lo que encarecerá productos básicos como alimentos, gasolina y automóviles en Estados Unidos. Tal como advirtió Trudeau, esta medida también puede provocar la pérdida de miles de empleos en ambos lados de la frontera.
El silencio cómplice del sector empresarial y político
Uno de los aspectos más alarmantes de este conflicto es la tibia reacción del sector privado y de los actores políticos de la región. Las grandes empresas norteamericanas, que serán las más afectadas por los aranceles, han mantenido un silencio cómplice ante esta agresión comercial. ¿Dónde están los pronunciamientos de las cámaras empresariales? ¿Dónde están las presiones de los gobernadores y legisladores, especialmente en estados con fuerte comercio con México y Canadá?
En México, la situación no es distinta. Mientras Canadá ha respondido con firmeza, el gobierno de Claudia Sheinbaum aún no ha fijado una postura clara. La respuesta del sector empresarial mexicano también ha sido débil, a pesar de que industrias clave como la automotriz, la manufacturera y la agrícola serán duramente golpeadas.
La oposición política y los críticos de la 4T en México parecen estar atrapados en un pantano de contradicciones. Mientras algunos de sus miembros han criticado el silencio del gobierno federal, otros han mantenido una actitud pasiva o incluso complaciente ante esta agresión económica. Está claro que México necesita unidad y un frente común ante un Trump injerencista e intervencionista, que no solo amenaza la economía, sino que también busca vulnerar la soberanía nacional.
La urgencia de una respuesta coordinada
Ante este escenario, es fundamental que México y Canadá actúen con firmeza y coordinación. No basta con imponer aranceles de represalia—se necesita una estrategia integral que combine acciones diplomáticas, políticas y legales.
Es urgente que los parlamentos de los tres países convoquen reuniones interparlamentarias para frenar esta crisis. Dentro del Congreso de Estados Unidos, existen sectores que podrían oponerse a las medidas de Trump si se les presiona de manera adecuada. Pero esto solo ocurrirá si los afectados –empresarios, legisladores y gobernadores– dejan de lado su pasividad y exigen acciones concretas.
En tiempos de incertidumbre global, el comercio libre y justo es un pilar esencial para la estabilidad económica. Trump ha demostrado que no le interesa respetar las reglas del juego. La pregunta es: ¿Tendrán México y Canadá el carácter y la determinación para hacerlas valer?
