Familiares de desaparecidos que ingresaron al rancho Izaguirre se quejaron de la falta de tacto de la fiscalía de Jalisco, tanto para recibirlos como para conducirlos y explicarles las investigaciones que se realizan en el terreno donde, presuntamente, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) reclutaba de manera forzada y entrenaba a jóvenes como sicarios y asesinaba a quienes se negaban.
Nadie les dio información. Tuvieron que conformarse con recorrer todo el terreno a través de pasillos delimitados con cintas amarillas y desde ahí observar los puntos donde deben realizarse trabajos forenses. Pero ayer nadie cumplía esa tarea.
Los funcionarios estatales, los policías, los integrantes de la Fiscalía de Desaparecidos y algunos peritos forenses, de pie bajo un sol extenuante, sólo vigilaban a los extraños que querían conocer el avance de las labores periciales y de la investigación.
En el terreno de media hectárea todo es tierra suelta, cuartos vacíos como evidencia de lo que supuestamente se utilizaba como campo de entrenamiento de ejercicios pecho tierra, flexibilidad, fortalecimiento de brazos y piernas.
Hay puntos que, por las huellas del terreno, pudieron ser escenario de inhumaciones clandestinas. Son decenas de hoyos y zonas, ahora marcadas con banderines de color amarillo, verde y rojo, aún pendientes de ser explorados para labores periciales.
Una mujer llora en la esquina del bodegón donde, el 5 de marzo, el grupo Guerreros Buscadores de Jalisco, al que ella pertenece, encontró cientos de prendas de vestir, calzado y enseres personales. Su dolor llama, convoca a pedir su testimonio, su historia.
La restricción del paso a esa bodega fue rota por los mismos funcionarios locales, que ayer la utilizaban para cubrirse el sol y guardar algunas cajas que, supuestamente, sirven para labores periciales.
En el mismo sitio que se supone era usado para que durmieran los reclutados a fuerza o por voluntad, otra mujer, Liliana Meza, estalla y sube la voz para que también retumbe en los tres muros que están a punto de derrumbarse. Está muy enojada por lo que considera una burla para ella y los centenares de personas que llegaron al rancho, con la esperanza, que nunca se extingue, de dar con sus amores.
Fuente: La Jornada
