Edgard González Suárez
Hace apenas dos semanas aquí en NVNoticias asumimos que una sombra negra se extendía por el mundo con la llegada de Donald Trump a la presidencia de los estados unidos. Para unos, los más conservadores y entreguistas de este país, el arribo de Trump al poder del estado norteamericano significaba el retorno, el regreso al capitalismo salvaje, proto-empresarial, y de un agresivo nacionalismo, y que, en consecuencia, esta ideología y práctica política beneficiaba ideológica y políticamente a la oposición al gobierno de Claudia Sheinbaum.
En otras palabras, la débil y arrinconada oposición a la 4T miraba con esperanzas fundadas que la llegada de Trump pusiera a Claudia Sheinbaum en orden, la presionara y amenazara para impedir sus políticas distributivas y en caso extremo clamaban junto con María Corina Machado, Jair Bolsonaro, Elon Musk o Nayib Bukele, propensos siempre a pedir la intervención norteamericana para ayudar a los sectores más conservadores y reaccionarios en sus países.
El efecto Trump está teniendo repercusiones nacionales e internacionales, pero en aquella misma entrega, sosteníamos que faltaba ver la reacción de otros factores de poder internacional, principalmente Rusia y China, pero también, cómo Europa tomaría la ofensiva trumpista y sobre todo como quedarían esos gobiernos de cara a sus reservas y desconfianza de Rusia, de su necesidad comercial con China y sobre todo a la dependencia política y militar de los EEUU.
Hace tres días entraron en vigor los castigos arancelarios de Trump para aquellas naciones que se nieguen comerciar privilegiadamente con los estados unidos, para aquellos países que mantengan convenios o alianza comerciales con países distintos a los estados unidos y para aquellos países que no acepten las alianzas y su pertenencia a la hegemonía del dólar y al bloque americano.
Para nosotros es claro que la llegada de Donald Trump no representa sino a la oligarquía anglosajona que había perdido influencia, poder y dinero en el estaus quo internacional, desde hace por lo menos 15 años.
El movimiento de reversa implica no solo la supremacía norteamericana en México y el mundo, sino una vuelta de tuerca para afianzar y hacer resurgir a las transnacionales automotrices, petroleras, acereras, y tecnológicas que perdieron la batalla económica con China.
Trump, y sus seguidores se cansaron de la tolerancia, la inclusión, el desarrollo compartido, la empatía y la negociación para favorecer el intercambio de productos de los pequeños y medianos productores en el mundo. Su objetivo es desaparecer a esos productores, destruir convenios y tratados, e imponer un comercio con los Estados Unidos, cueste lo que cueste, y al que no quiera deberá sufrir las consecuencias de sus decisiones.
En este sentido a los latinoamericanos y especialmente a México le toca buscar un papel significativo entre el entendimiento y la soberanía. Hay áreas a las que México no debe renunciar para fortalecer sus capacidades y su autonomía: por ejemplo: Defensa, economía diversificada, régimen político y acuerdos comerciales. Aunque a Trump le enfurezca sobre manera, México deberá seguir bordando alianzas estratégicas tanto con Europa, Rusia y China.
Trump quiere un continente americano bajo su dominación, dependencia y control político. Los mexicanos deberíamos hacer esfuerzos redoblados para mejorar nuestra integración comercial con centro y Sudamérica. Las alianzas comerciales de los productores medianos entre los países latinoamericanos es un área de interés y donde podemos mejorar nuestra balanza comercial.
La apuesta Trump es imprimir un giro de vuelta atrás en las relaciones comerciales, diplomáticas y políticas con el mundo. Nuestro mejor escenario no es pelear con Estados Unidos, es mejorar las medianas y pequeñas economías, promover las industriales y de la transformación, a nivel regional y global, y no abandonar el fortalecimiento del régimen democrático y los derechos humanos.
Sin duda, tendremos que enfrentar al crimen organizado en un sentido frontal, la migración irregular, la producción de anfetaminas y fentanilo y no socavar, bajo ninguna circunstancia, las libertades y la competencia electoral.
Nada esta escrito, las reacciones apenas se están empezando a configurar, después del fin de la guerra de Ucrania, podríamos estar en otro escenario. Estaremos pendiente.
