Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
A lo largo de nuestra vida, el tiempo parece infinito, pero al analizarlo, descubrimos cuán limitado es para cumplir nuestro propósito y proyecto de vida. Según el desglose del tiempo, dedicamos:
• 25 años (33.3%) a dormir, esencial para la salud, pero una gran parte de nuestra existencia.
• 13 años (17.3%) al trabajo, vital para el sustento, pero muchas veces absorbente.
• 8 años (10.7%) a socializar y recrearnos, espacios valiosos para conectar y disfrutar.
• 4.5 años (6%) a comer y cocinar, necesarios para nutrirnos.
• 4 años (5.3%) al transporte, desplazándonos de un lugar a otro.
• 3 años (4%) al cuidado personal y
• 2.21 años (2.9%) a estudiar, construyendo conocimiento y habilidades.
Finalmente, 15.29 años (20.4%) se destinan a otras actividades diversas.
Esto nos deja poco más de 15 años efectivos para centrarnos en nuestro propósito de vida: amar, construir un legado y aportar a la humanidad.
Si trasladamos este análisis a un año, pasamos:
• 121 días durmiendo,
• 52 trabajando,
• 29 socializando,
• 16 comiendo,
• 16 en transporte, y
• 11 en cuidado personal, dejando únicamente 88 días efectivos para perseguir nuestros sueños.
La pregunta es clara: ¿estamos dedicando suficiente tiempo a lo que realmente importa?
Aunque muchas actividades son inevitables, debemos ser conscientes y estratégicos con el tiempo que nos queda. Cada minuto puede ser un paso hacia cumplir nuestro propósito de vida, una oportunidad para amar, servir y dejar huella.
La vida es fugaz, pero su impacto puede ser eterno si decidimos invertir cada día en construir un legado que trascienda. ¡Aprovecha el tiempo y enfócate en lo esencial!
ParaSerMejores
