Dr. Jeremías Zúñiga Mezano
Veracruz, con una población de más de 8 millones de personas, se encuentra en una encrucijada histórica. Con el 69% de sus ciudadanos en edad de trabajar, aproximadamente 5.6 millones de veracruzanos, el estado tiene un potencial humano inmenso que no se puede desaprovechar. Sin embargo, el desafío es claro: el 16% de esta población, cerca de 900,000 personas, está desempleada. Además, el envejecimiento de la población es un tema urgente, con un 12% de adultos mayores de 65 años, lo que representa a 972,000 personas, posicionando a Veracruz como la segunda entidad con mayor índice de envejecimiento en México, después de la Ciudad de México.
Frente a este panorama, la solución no es complicada, pero sí requiere de voluntad y visión estratégica: la educación debe ser el eje central para la transformación de Veracruz. Con una edad mediana de 31 años, Veracruz tiene la responsabilidad y la oportunidad de formar a su juventud para que se convierta en el motor del crecimiento económico y social del estado. Pero, más allá de las aulas, la educación debe ser una tarea de toda la comunidad, y aquí es donde los adultos mayores pueden jugar un papel crucial.
Los abuelos, una figura invaluable en nuestra sociedad, pueden y deben involucrarse en la educación y formación del talento veracruzano. Con su vasta experiencia y conocimientos, pueden transmitir valores, cultura e historia a las generaciones más jóvenes, que actualmente suman más de 2.1 millones de niños, adolescentes y jóvenes matriculados en algún nivel educativo, desde preescolar hasta posgrado. En un mundo donde la tecnología domina la vida diaria, la influencia de los abuelos puede ser el antídoto contra la pérdida de valores que ha contribuido al aumento de la violencia y la criminalidad.
Necesitamos que los abuelos tomen un rol activo en la formación de nuestros jóvenes. En lugar de dejar que la tecnología ocupe el tiempo y la mente de nuestros niños, debemos fomentar la educación en valores a través del contacto intergeneracional. Este enfoque no solo ayudará a preservar la cultura y los principios que han sustentado a nuestras comunidades, sino que también fortalecerá el tejido social, creando ciudadanos más conscientes y responsables.
Además, Veracruz está en una posición única para aprovechar su crecimiento económico, impulsado por sus puertos y el Corredor Interoceánico. Sin embargo, este desarrollo solo será sostenible si preparamos a nuestro talento humano para ocupar los puestos que este crecimiento generará. De lo contrario, correremos el riesgo de que trabajadores de otros estados o incluso de otros países ocupen esos lugares, dejando a los veracruzanos fuera de las oportunidades que se presenten.
Es imperativo que invirtamos en la educación y el desarrollo del talento humano, no solo para aprovechar el potencial económico del estado, sino también para construir una sociedad más justa y segura. Los adultos mayores, con su sabiduría y experiencia, pueden ser nuestros mejores aliados en esta misión. Ellos pueden aportar el conocimiento adquirido a lo largo de sus vidas para guiar a las nuevas generaciones y ayudar a prevenir la violencia y la criminalidad desde sus raíces.
Veracruz tiene todas las herramientas para convertirse en un ejemplo de desarrollo en México. Pero el cambio debe empezar hoy, en nuestras casas, en nuestras escuelas, y en nuestras comunidades. Involucremos a todos en este proyecto de transformación, y construyamos juntos un futuro más brillante para todos los veracruzanos.