Edgard González Suárez
El caso Noroña, si bien ya quedó cerrado por ambas partes, considero que es un buen momento para reflexionar sobre las características y tendencias que se anidan dentro del Movimiento de Regeneración Nacional.
Es claro, que Gerardo Fernández Noroña, diputado federal por el PT, simboliza no solo a un ala de la izquierda social y popular que empujó hasta obtener la victoria este 2 de junio pasado, sino que el triunfo de Claudia Sheinbaum quedó, al mismo tiempo, sellado por el estupendo trabajo que realizó Gerardo Fernández Noroña, al frente de la vocería del movimiento.
El triunfo político, desde luego, no se debe a una persona en lo individual, sino por el contrario, se debe a los enormes colectivos organizados y representados por sus lideres que fueron capaces de enfrentarse a la derecha, que fueron capaces de anteponer sus intereses inmediatos frente a los intereses de largo alcance de un movimiento qué si bien concita las simpatías de millones de personas, aún no alcanza a procesar adecuadamente sus propias insuficiencias y contradicciones internas.
El vocero de la campaña de Claudia Sheinbaum y luego representante del Partido de Trabajo en el Consejo General de INE, supo representar y conectar muy bien con amplios y variados grupos populares que sienten el enorme deseo de no ser avasallados ni ninguneados por las clases privilegiadas y las élites económicas y financieras. Conectó con los migrantes que viven fuera del país, principalmente en los Estados Unidos, con los grupos populares suburbanos, casi todos ellos trabajadores de oficios, empleados asalariados, pequeños comerciantes de a pie, sectores vulnerabilizados por el neoliberalismo extractivo de años recientes, como las madres solteras, los jóvenes de barrios y colonias de las ciudades, las empleadas y/o trabajadoras sin contrato fijo en tiendas, comercios y negocios paralelos, cientos de miles de pensionados y también de trabajadores sindicalizados de sectores no estratégicos pero que han vivido en carne propia el desgarramiento social de las políticas neoliberales.
Fernández Noroña es un auténtico representante del pueblo, fue él, el que acercó a esas masas populares a la campaña de Claudia Sheinbaum. No lo hizo, ni lo podría hacer Marcelo Ebrard, quien acercó al movimiento a otro tipo de sector, no lo hizo Adán Augusto López -quien atrajo a los viejos y más renuentes sectores priístas, sobre todo aliados burocráticos en las estructuras estatales-, no lo hizo Ricardo Monreal -quien se identifica con todas las tendencias políticas menos con MORENA- No lo hizo, la propia Claudia Sheinbaum quien se identifica con sectores más educados, profesionales y fuertemente atraídos por el conocimiento científico. Todos ellos, tanto en mente y espíritu representan a otros sectores, valiosos pero diferentes, coincidentes, pero discrepantes, centrados en ganarle a la derecha, pero discutiendo los métodos y las tácticas.
A Fernández Noroña, la derecha lo descalificó, lo escamoteo, y lo despreció. Le apodó “Changoleón”, Álvarez Icaza, representante del PRD en el Consejo de INE, le llamó “Porro”, Lilly Téllez en el senado, le llamó “Holgazán”, “Vulgar” y “Soez”.
Fernández Noroña, es un autentico representante popular, y representa en muchos sentidos a este sector: no al desprecio, no al clasismo, no a la discriminación, no a la infamia ni al sometimiento de los trabajadores. Si a la igualdad, si a la justicia, si a la democracia popular. Con una retórica muy peculiar y bastante bien dominada. Noroña, como se le conoce popularmente, es pueblo y se enfrenta a la derecha en su terreno, las cámaras, las plazas, los consejos, los medios de comunicación, las redes sociales.
Morena, entendido como el movimiento, no como el partido, debe reconsiderar su relación con esas clases populares que tanto desprecio les genera para que lleguen a posiciones de importancia y de decisión, pero tanta zalamería se descarga en sus dirigentes y lideres reales, cuando de enfrentar a la derecha, con la rudeza retórica que se necesita y se trata.
Por ahora, los científicos y tecnócratas que tanto gustan a las élites han dominado el escenario político y del primer nivel en las posiciones de decisión del estado.
No estoy muy convencido de que la exclusión que se ha hecho de Gerardo Fernández Noroña, haya sido un asunto personal, tampoco un asunto ideológico, y espero, que tampoco, un asunto de clase. Pero que el movimiento tiene que reconsiderar su relación con las clases populares deberá hacerlo de la mejor manera posible, porque de lo contrario, los siguientes años se pueden convertir en un dolor de cabeza sino se procesan bien esas contradicciones. Entre científicos, tecnócratas y clases populares, que son el grueso y el alma del movimiento.
