Los migrantes mexicanos están en apuros. El incremento de la paridad cambiaria del peso frente al dólar golpea su vida diaria. Algunos han tenido que buscar horas extra, jornadas dobles o trabajar los fines de semana para compensar la pérdida del valor del billete verde; otros, aplazan inversiones o sacrifican la expansión de sus propias empresas. Algunos testimonios revelan incluso que, ante la disminución neta del monto de su envío de dinero, la salud de ellos y sus familias se ha deteriorado.
“Mi mamá dice que no le mande dinero, pero yo sé que lo necesita”, reconoce Luis Manuel Hernández, migrante hidalguense radicado en Estados Unidos desde hace 27 años.
En cuanto encontró su primer trabajo en la Unión Americana, Hernández comenzó a enviar remesasas su madre, principalmente para pagar la luz, comprar el gas, comida e ir construyendo de a poco una casa. Ahora la señora, si bien tiene un hogar propio, ha visto deteriorada su salud por lo que el hijo tiene que sostener el ritmo del valor en sus transferencias.
Pero no sólo ella es acosada por enfermedades. El mismo Luis Manuel revela en entrevista vía Zoom con este diario que “hasta el año pasado enviaba 100 dólares por semana y ahora tengo que mandar 140”, aunque él también se somete a una de las cuatro diálisis mensuales que necesita por insuficiencia renal.
El proceso lo deja exhausto, baja la voz, agotado. Accede a la comunicación a distancia en el único momento que encuentra libre en su agenda porque Luis Manuel Hernández trabaja siete días a la semana en dos restaurantes. En uno es preparador de alimentos de lunes a viernes; en otro, lavatrastos los sábados y domingos.
Por esa razón ya no puede trabajar en la recolección de pepinos, jitomates, hoja de tabaco, como lo hizo durante 15 años. No tiene días de descanso a pesar de su delicada salud y tiene tanto sueño y agotamiento como convicción de resistir en el extremo. No es tiempo de claudicar.
En el más reciente informe sobre envío de remesas que el Banco de México hizo público el 1 de septiembre pasado, se da cuenta de que el superpeso no impidió la avalancha de envío de dólares. De hecho, en el periodo entre enero y julio de 2023, el monto acumulado de ingresos por remesas fue de 35 mil 895 millones de dólares, mayor al los 32 mil 815 millones de dólares reportado en igual lapso de 2022. Ello significó una expansión anual de 9.4 por ciento, considerando transferencias electrónicas (que representan el 99 por ciento del total), más envío de efectivo y especie, y money orders.
Fuente: Milenio