Por Jorge Luis Malpica Ortiz
En la entrega anterior analizamos cómo es que estamos años de luz en México de poder tener el nivel de vida de los países nórdicos. Señalamos que El Estado del bienestar nórdico, que es el que rige a estas naciones, está basado en la socialdemocracia pura. Aquí el estado interviene determinantemente en la economía, teniendo como prioridad la redistribución de la riqueza y la igualdad de oportunidades. Los servicios públicos son de primera calidad; cobran altísimos impuestos, pero el costo beneficio de lo que pagan los ciudadanos se materializa con resultados tangibles en servicios básicos de infraestructura, de educación, de salud y en políticas públicas, entre muchos otros más.
El presidente López Obrador reiteradamente, desde que estaba en campaña, ha repetido cualquier cantidad de veces que el sistema de salud en México va a ser como el de Dinamarca o mejor cuando termine su sexenio. Eso no va suceder por muchas razones que no hemos hecho ni hacemos en México y sí en
Dinamarca en temas de salud.
Datos de la OCDE registran que en el campo de la salud en Dinamarca la esperanza de vida al nacer es de 81 años, un año más que el promedio de este organismo que es de 80 años. La esperanza de vida para las mujeres se sitúa en los 83 años, en comparación con 79 años para los hombres. Asimismo, Dinamarca tiene un alto rendimiento en cuanto a la calidad del agua, por ejemplo, pues el 95% de las personas dicen estar satisfechas con la calidad del agua, cifra mayor que el promedio de la OCDE de 81%. Estos son algunos datos registrados por la OCDE, sin embargo existen otros factores que demuestran el argumento de porqué no podemos ser como los daneses.
En una entrevista que le realizamos en nuestro programa de radio Conexión V, análisis entrevista a Luis Miguel Pérez Duarte, especialista en derecho internacional y migratorio de la Universidades de las Naciones de Veracruz, nos comentaba el porqué afirma que es imposible tener un sistema de salud como el de Dinamarca en Latinoamérica y mucho menos en México. “Para comenzar, las inversiones con base en el PIB que hacen estos gobiernos al sistema de salud son muy altas. Suecia invierte aproximadamente 11.9% del PIB del ingreso per cápita a su sistema de salud, por ejemplo. Cuando en Noruega invierten el 9.7% del PIB, México apenas roza el 6%. Los países nórdicos se cimientan en los pilares de lo que se conoce como el Estado de bienestar, que entre otras cosas, es una aportación por parte de la ciudadanía en el pago de impuestos. No obstante son muy altos, ellos los pagan atendiendo a su obligación, pero conscientes de que eso va a servir para inversión directa en beneficio de la sociedad. Hay prácticamente cero corrupción, casi cero inseguridad porque se invierte perfectamente bien en este mecanismo, en el cual intervienen, entre otros actores, sindicatos de la empresa privada y el Gobierno con la finalidad de lograr salarios adecuados, justos y suficientes. Este mecanismo logra dos bases fundamentales: el primero es un sistema de gobierno perfectamente engranado que funciona con base en la honestidad y eficiencia; el segundo es una activa participación ciudadana, empresarial y laboral. Si alguna de estas dos bases fallará, el sistema no funcionaría adecuadamente como lo hace. Entonces, en el modelo nórdico no se puede hablar de que un sistema educativo o el de salud vayan a ser independientes, son sistemas integrales. Si hacemos una analogía con relojes, los países nórdicos tendrían una maquinaria muy fina, de altísima calidad, con un engranaje perfecto funcionando al cien, mientras que, comparándolo con México, tendríamos un reloj pirata de muy mala calidad, con muchos engranajes dañados y sin funcionar integralmente unos con otros.”
Esta visión que nos da Pérez Duarte es muy significativa porque deja al descubierto la desintegración sociopolítica y sociocultural que en la actualidad vivimos, en gran medida gracias a la polarización promovida desde Palacio Nacional. Estamos lejísimos de ser el engranaje perfecto de un reloj suizo. El otro aspecto que remarca Luis Miguel Pérez Duarte es la inversión. Se dejó de invertir en salud y en otros rubros para dirigir el dinero a destinatarios diferentes: Refinería, Tren Maya, aeropuertos, Pemex, CFE, programas sociales, entre los más destacados. Las consecuencias para el sector salud son desastrosas: desabasto de medicamentos, falta de tratamientos para niños con cáncer, desmantelamiento del sistema de vacunación, el cual era uno de los más reconocidos a nivel internacional; infraestructura hospitalaria en terribles condiciones con fatales desenlaces como fue el horrendo caso de la niña Aitana de seis años que murió prensada en un hospital del IMSS en Playa del Carmen por falta de mantenimiento a los elevadores. Dinamarca, ¡el chiste se cuenta solo!
Para lograrlo se debe planificar, proyectar, ejecutar, continuar y mantener, no hablar y hablar y hablar y hablar y…al final del día: destruir.
