Por: Jorge Luis Malpica Ortiz
En la entrega de ayer comentamos sobre la importancia que tienen los contrapesos al poder para garantizar los principios democráticos, el estado de derecho y la libertad de los ciudadanos. Referimos que con la resolución del pasado lunes ocho de mayo de la SCJN en declarar inválida la primera parte del plan B de reforma electoral que envió el presidente López Obrador al poder legislativo, quedó claro que en nuestro país el máximo órgano procurador de justicia es un contrapeso al poder.
De igual forma comentamos sobre la virulenta respuesta del presidente y de toda su maquinaria de estado: insultos, acusaciones, señalamientos, amenazas de juicio político a las ministras y ministros de la SCJN como la que profirió el senador morenista Ricardo Monreal; la convocatoria del gobernador de Veracruz y sus diputados locales de Morena a realizar una manifestación afuera de la Suprema Corte el próximo sábado 20 de mayo, entre otros improperios. Sin embargo, la afrenta más representativa al poder judicial, a la oposición y a la sociedad en general, fue la que hizo el presidente López Obrador al señalar que van a ir por el plan C, que será ganar a como de lugar la mayoría calificada en el Congreso de la Unión en el 2024, para con esto el día primero de septiembre de ese mismo año, a un mes de retirarse de la presidencia, va a mandar varias reformas constitucionales, entre ellas la de reformar el poder judicial federal para que los ministros y las ministras sean elegid@s por elección popular.
Este pronunciamiento es clave para el futuro de nuestro país, porque si se llegara a concretar lo que propone el presidente, estaríamos hablando de regresar al México autoritario y sin instituciones serias del PRI del siglo pasado, si bien nos va. Bajo este escenario, es indispensable montar otros contrapesos al poder en estos momentos, que están sostenidos, por una parte, en la oposición política y, en otra parte, en la sociedad misma, organizada y ciudadanía en su conjunto.
La oposición tiene ya la ruta a seguir, marcada por el propio presidente López Obrador, que es ir por el Congreso de la Unión en las próximas elecciones del siguiente año. Veces anteriores hemos comentado que la oposición política, a estas alturas, debería de fincar su estrategia electoral precisamente en quedarse con el Congreso Federal y con la mayoría de los congresos estatales, y ya no fijarse tanto en la presidencia de la República. Esta propuesta no es derrotista, es realista; no se ve ningún liderazgo lo suficientemente fuerte como para ganarle a ninguno de los posibles candidat@s de Morena. Por esta circunstancia, sueltas la presidencia pero vas con todo por el poder legislativo para ser un fuerte contrapeso al siguiente ejecutivo federal, a la vez que se puede ir construyendo y fortaleciendo un liderazgo sólido que pueda ganar la presidencia en el 2030. Como en el fútbol americano, los equipos hacen proyectos planeados a varios años, buscando los mejores jugadores para las distintas posiciones, hasta que logran tener un equipo bien consolidado que pueda ganar el Súper Bowl.
Por otra parte, la sociedad civil organizada y la ciudadanía en general debemos defender nuestras instituciones, como lo hicimos con la marcha del 13 de noviembre del año pasado y con la concentración en el Zócalo el 26 de febrero de este año. Tenemos que salir en defensa de la división de poderes en el país y, en este caso específico, del poder judicial, porque lo que plantea el presidente y toda su maquinaria no tiene un sustento jurídico y legal que lo vuelva cierto. De hecho, es un absurdo como tal. Los ministros y ministras de la SCJN no pueden ejecutar dictámenes ni sentencias motivados por la voluntad del “pueblo”, como esgrimen los seguidores del presidente; las ministras y ministros deben hacer cumplir la ley a cabalidad tal cual está dictada en nuestra Constitución.
Con esto expuesto, nos debe quedar claro que tanto lo oposición política como nosotros mismos como sociedad tenemos la obligación de fungir como contrapesos al poder para garantizar nuestro bienestar como nación y como ciudadanía. Por eso decimos que los contrapesos son indispensables para sustentar, paradójicamente, el lema de un gobierno autoritario pero eficaz como fue el de Porfirio Díaz: Orden, paz y progreso. Al orden, a la paz y al progreso aspiramos con la fortaleza de nuestras Instituciones, no con el designio autócrata de un dictador.
P.D ¡Muchas felicidades a todas las mamás en este su día!
