Ataviados con botas tácticas, playeras caqui y boinas ladeadas, elementos de Infantería, de Clase y Marinería vigilan los pasillos, accesos, y plataformas del aeropuerto más transitado de México y América Latina: nadie escapa del ojo naval.
Desde su desembarco en el Aeropuerto Internacional Benito Juárez de la Ciudad de México (AICM) en febrero pasado, la Secretaría de Marina-Armada de México se convirtió en el ‘big brother’ de agentes aduaneros y migratorios, institutos, fiscalías, empresas de seguridad privada, comercios, aerolíneas y pasajeros, para vigilar que todos hagan su trabajo dentro de la legalidad.
En junio de 2012, una balacera entre policías federales evidenció la complicidad de autoridades con el crimen organizado; y a finales del sexenio pasado, reportes de la extinta corporación identificaron operaciones de trabajadores del mismo aeropuerto vinculados a por lo menos cinco organizaciones para el ingreso y envío de drogas y numerario, entre ellas, el Cártel del Golfo, Los Zetas, los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación.
Hoy, la estrategia para limpiar la terminal aérea quedó a cargo de la Marina-Armada de México con mil 255 uniformados, 23 vehículos y 16 binomios caninos.
En esta primera etapa de la Estrategia Integral de Seguridad del AICM, implementada por órdenes del presidente Andrés Manuel López Obrador, la Marina-Armada se concentró en las tareas de vigilancia para identificar las posibles amenazas para las operaciones aéreas; y de paso, limpiar de viejas prácticas y acciones ilegales dentro de la terminal; generar sus propias métricas -que no existían- y luego, adentrarse en una nueva fase: la inteligencia.
Fuente: Milenio
