Por: Miguel Salvador Rodriguez Azueta
En estas semanas me llamó la atención presenciar el extraño comportamiento de una especia de paloma que yo llamaba gris.
Caían de repente a la acera de la calle en el centro histórico, algunas vomitando y otras defecando, sin poder volar, aturdidas y víctimas de los automóviles.
A diferencia de la paloma común (Columba Livia) que se llena de hongos y cuyas heces son altamente peligrosas para los humanos, esta especie de paloma no presenta ningún síntoma exterior, como el de las palomas comunes.
Ahora bien, trataba de recordar la presencia de estas aves en mi infancia y no me venían a la mente; con estos casos de posible envenenamiento, me puse a investigar y resultó que estas son conocidas como “Palomas turcas” cuyo nombre científico es “Streptopelia decaocto”, el cual consiste en la combinación de las palabras στρεπτός (streptos) que significa «cadena» y πέλεια (pelia) «paloma», en referencia a la lista negra de su cuello. En cambio, su nombre específico es la latinización de la palabra griega que significa dieciocho, en alusión a un mito griego sobre una joven criada que pidió a los dioses ser liberada porque su duro trabajo solo era remunerado con 18 monedas al año, y se le concedió su deseo convirtiéndola en tórtola, que en su arrullo recordaría el número para siempre* (Wikipedia).
Esta ave es dispersiva e invasiva, de acuerdo a los expertos es originaria de Euroasia y llegó a Bahamas en 1970 alcanzando las costas de la Florida desde donde se ha dispersado a todo el continente.
Con estos datos, me quedó claro porque no las recordaba hace 50 años, ahora que sabemos de dónde vienen hay que pedir ayuda a las autoridades sanitarias, para estudiar que les está pasando y si es peligroso para los animales domésticos y los seres humanos.
