Aunque su publicidad se haya basado en los vómitos, los mareos y las salidas de la salas de cine en las que se proyecta, el fenómeno de La sustancia va más allá de los efectos psicodélicos que genera en la audiencia. El boca a oreja, y las magnánimas interpretaciones de Demi Moore y Margaret Qualley, han convertido a la cinta dirigida y escrita por Coralie Fargeat en uno de los fenómenos cinematográficos del año.
Su premisa es simple: una estrella de Hollywood, Elizabeth Sparkles (Moore), empieza a notar que la industria la está dejando de lado a causa de la edad y decide embarcarse en un sospechoso tratamiento que promete devolverle la juventud perdida. Al inyectarse una misteriosa sustancia, su cuerpo generará una versión nueva de sus mismos órganos, y con el pompis aún más tieso, Sue (Qualley). La avaricia del nuevo cuerpo pone en peligro la continuidad del proyecto.
“Quería hacer algo extremo y violento como forma de empoderamiento femenino”, contó la directora en una entrevista con Infobae España. “Esta película está hecha para convertirse en una experiencia en el cine, creo que es muy diferente si se ve en una pequeña pantalla. Está confeccionada para no dejar a nadie indiferente”, relató la cineasta francesa, que se alzó con el premio al ‘Mejor guion’ en la pasada edición del Festival de Cannes.
La intérprete, a la que recientemente pudimos ver en Kinds of kindness, de Yorgos Lanthimos, tuvo su propio Brat summer al escuchar a Charli xcx a la hora de convertirse en la egocéntrica Sue. “Tiene un montón de buenas canciones de chica similares a Pump It Up… Saqué la energía para interpretarla con la vieja música de Charli”, ha contado a Brut. Aunque admite que se ha sumergido en la ola verde neón del que muchos consideran como el disco del año, Qualley tuvo que acceder a los archivos previos de la británica para ponerse a tono para La sustancia. “Yo preferí el silencio”, le responde cómica Moore.