Jorge Luis Malpica Ortiz
Apenas a tres días que se llevaron a cabo las elecciones en todo el país, se ha escrito y opinado infinidad de posturas, posicionamientos, puntos de vista, lecturas del saldo que nos dejó la elección: que si Morena y partidos aliados no obtuvieron la mayoría calificada para poder modificar la Constitución a modo del presidente; que si Morena se llevó 11 de 15 gubernaturas y arrasó en muchos estados de la República como lo fue en Veracruz; que si la oposición por fin despertó del letargo en el que se encontraba y logró victorias contundentes en algunos estados como Querétaro, Nuevo León, Chihuahua, en distritos, municipios y alcaldías del Estado de México y de la CDMX, en fin, me quedo con la frase de Jorge Fernández Menéndez: “no todos ganaron, no todos perdieron todo.”
Los que realmente sí ganamos fuimos los ciudadanos y las instituciones que dan sustento y cohesión a la sociedad en su conjunto. El pasado 7 de junio amanecimos sin la zozobra de pensar que nuestras libertades y garantías podían perderse por el resultado de la elección; nos despertamos sintiendo que nuestra voz vale, que decidimos, a través de nuestro voto, por qué opción de proyecto de nación nos inclinamos.
Otra gran victoria de la sociedad en esta elección fue la consolidación del INE como institución garante de la democracia en México. Realizaron un trabajo extraordinario en todo el país, demostrando que con la participación de ciudadanos comunes y corrientes como todos nosotros, se puede dar certeza a los procesos electorales, esto a pesar del furibundo ataque mediático que le propinó Morena y el propio presidente López Obrador. Estoicos aguantaron los consejeros del Instituto Nacional Electoral la ráfaga de improperios presidenciales, situación que ahora les paga con una fuerza y posicionamiento social que difícilmente van a poder demoler. ¿Quién se va a lanzar contra una institución que va a tener mucha más aceptación que el presidente López Obrador?
Podría ser el propio presidente, porque sabemos cómo se las gasta, sin embargo, es un político muy avezado y sabe que se tendrá que ir con mucho tiento si quiere volver a abrir fuego en contra del INE. La presión social se le puede venir encima.
Otra imagen muy gráfica que deja sentado el triunfo de la sociedad en estas elecciones, es cómo quedó dividida la CDMX. Este fenómeno se dio de esta manera porque, en cierta medida, una buena parte de la sociedad, principalmente la clase media, castigó la administración de López Obrador por sus resultados, cuando en el 2018 le dio un voto de confianza para que hubiera un cambio verdadero en el país. Y fue en el propio corazón de la 4T donde le propinó este golpe electoral. Una vez más, los habitantes de la CDMX hablaron a través de sus votos y el cambio que se da en la conformación política de esta región del país es sumamente relevante para la carrera presidencial del 2024.
Con este panorama, aunque como sociedad hayamos ganado en estas elecciones, va a ser necesario seguir muy atentos a todo lo que acontece en nuestra vida pública, para poder entender lo que nuestros gobernantes dicen, hacen o dejan de hacer, ya que con este conocimiento vamos a saber ejercer nuestra fuerza, con la presión social que les demostremos, de sus acciones.
De igual forma, tenemos que ser conscientes que también tenemos efectos adversos están plasmados en la gráfica de la CDMX, como es el que claramente vivimos en una sociedad polarizada y dividida, situación que se vuelve muy peligrosa para la tranquilidad y estabilidad del país.
Como sociedad debemos tener muy en cuenta este tema para buscar los puntos de unidad y cohesión, en vez de caer en la telaraña del desprecio, el señalamiento, el insulto y la denostación. Tomemos como base que es el tiempo de la sociedad para trabajar juntos por el país que queremos tener y no por el país que nos quisieras pelear.
