MACROSCOPIO
Edgard González Suárez
Alejandro Gertz Manero supo sobrevivir políticamente en distintos gobiernos, principalmente los gobiernos del PRI (desde Echeverría), ligado siempre a la operación Cóndor contra el narcotráfico en los años setenta, además de ser Secretario de Seguridad Pública con Fox y quedar ligado a la estrategia de seguridad del Panismo durante dos sexenios y, de igual manera, Gertz Manero quedó propuesto por el PRI y el PAN como fiscal General de la República en el gobierno de López Obrador.
Es necesario subrayar que el nombramiento de Gertz Manero como fiscal de la república fue una negociación de alto nivel que impedía y aseguraba la impunidad para personajes ligados a la corrupción del régimen neoliberal. Principalmente, personajes ligados a Peña Nieto y a Felipe Calderón.
Esta especie de válvula de seguridad impidió de muchas maneras que la fiscalía persiguiera hasta sus ultimas consecuencias a políticos ligados tanto al fraude, la malversación de fondos, el narcotráfico y los negocios ilícitos.
Gertz Manero fue objeto de criticas desde la izquierda por ser el representante del bloque político de la oposición, en una de las instituciones más importantes para el nuevo régimen, por sus abusos en la defensa de amigos personales y en su oportunismo para favorecer a la derecha conservadora filtrando expedientes e información, como es el caso de la barredora y el Huachicol fiscal.
Desde finales del siglo XX, el ahora exfiscal de la república ha estado ligado a los temas de seguridad nacional, así fortaleció nexos con sectores, políticos, militares, y dirigentes de partido que conformaron su red de apoyo y de sostén dentro del régimen político.
En los hechos, la fiscalía encabezada por Gertz Manero fue criticada por sus deficiencias, falta de resultados, opacidad, descoordinación con otras instituciones y sobre todo por las filtraciones que golpearon mediáticamente al gobierno encabezado por Claudia Sheinbaum.
El desgaste de Gertz Manero fue tal que cuando aparecía en la mañanera se le veía distraído, absorto, incomodo y en ocasiones hasta molesto con los interrogatorios de la prensa. Por ello, no nos extraña que sea la derecha conservadora la que ahora defiende al inepto fiscal, y por supuesto, nadie en la izquierda ha manifestado algún dolor o malestar por esta remoción.
La remoción del exfiscal es celebrada por la izquierda porque renueva las esperanzas de que una nueva fiscalía haga mejor las cosas, integre adecuadamente los expedientes, vaya en contra de quienes se han lucrado con sus nombramientos o con aquellos que manifiestamente son o han sido cómplices del crimen organizado.
La nueva encargada de la fiscalía ofrece confianza política, credibilidad hacia la ciudadanía y seguramente se apartará de la practica de la filtración de datos e informaciones a la prensa con un sentido político.
Dentro del esquema de control político propuesto por el Gobierno Federal, la salida de Gertz Manero, permite avanzar eficazmente en los expedientes sensibles y evitar que se haga el juego a la oposición.
Desde todos los ángulos, vértices, estados y reuniones, Omar García Harfuch reclamaba coordinación, cooperación y profesionalismo entre las instituciones dedicadas a la seguridad con el objetivo de generar y apegarse a protocolos que incidan eficazmente en la investigación, la obtención de pruebas y la persecución judicial hasta sus ultimas consecuencias de los involucrados.
Finalmente, el Gobierno de Claudia Sheinbaum retoma el control de una de las piezas claves del entramado institucional que puede hacer frente a la corrupción y a la criminalidad. El control implicó una remoción que se veía larga y eterna, como consecuencia de los acuerdos políticos al triunfo de López Obrador, pero que fue operada sigilosamente y consumada sin ajetreos ni descontrol.
La oposición de derecha se ha quedado en la defensa del personaje por puro interés político, pero ha dejado los argumentos de fondo que explican la necesidad del cambio en esa posición. Las fugas de información para su uso contra el régimen han quedado desnudas y ahora la oposición se queda sin esa ventanilla.
La pieza clave del entramado institucional que lucha por la seguridad por fin ha quedado dentro de la orbita del Gobierno y con ello se apresta a mostrar resultados, profesionalismo y un combate contra la inseguridad y la delincuencia organizada. Vamos a ver que sucede en los próximos cuatro años.
