Edgard González Suárez
El pasado 27 de agosto el Rector Martín Aguilar Sánchez ofreció su cuarto informe de gestión ante el Consejo Universitario, y el día 28 recibió, de parte de la Junta de Gobierno, su constancia de prórroga para un segundo periodo al frente de la Universidad.
No voy a entretenerme en lo obtuso, excluyente y antidemocrático argumento de excluir al actual rector de un segundo periodo, por haber rebasado los 65 años. Ese debate ya quedó atrás.
A inicios del mes de abril, algunos preocupados y otros aspirantes a suceder a Martin Aguilar en la rectoría, comenzaron a promoverse en algunos círculos académicos. El argumento central versaba en su derecho a aspirar a la rectoría y en el impedimento legal de Gerardo Martin Aguilar para seguir al frente de su encargo, por su edad.
Debido a ese “argumento”, se consolidó la idea de que el actual Rector no podría repetir al frente de la Rectoría porque incumplía uno de los requisitos establecidos en la legislación universitaria. Por ello, el 29 de mayo, la Junta de Gobierno de la Universidad Veracruzana recibió la solicitud del Dr. Martín Gerardo Aguilar Sánchez, actual titular de la Rectoría, para prorrogar su mandato por un periodo adicional.
La recepción de la solicitud generó una oleada de textos, artículos, memes, y una inquietud en la comunidad universitaria sobre el futuro de una de las decisiones más importantes en nuestra universidad: La designación del Rector.
Para hacerle frente a la solicitud del Rector y la aceptación por parte de la Junta de Gobierno, los académicos de todas las regiones donde hay sedes de la Universidad Veracruzana permanecieron a la expectativa, inquietos, pero observando los juicios, criticas, razonamientos, mentiras y ataques personales que varios de los aspirantes y “activistas” opositores que, con apoyos políticos externos y financiamiento, comenzaron a orquestar.
Por su parte, el FESAPAUV, el sindicato que agrupa a todos los académicos de la Universidad Veracruzana permaneció alerta, observando los acontecimientos y esperando que se diera una salida seria y firme ante el diferendo sobre la prórroga. La organización sindical más importante de la Universidad permaneció a la expectativa y observando los acontecimientos día a día.
De una diferencia legal y jurídica que los aspirantes a la Rectoría tenían con la junta de Gobierno, se fue transitando al intento, hasta ahora fallido, de “incendiar” a la Universidad con una especie de insurrección universitaria ante el supuesto atropello. A la inconformidad de los aspirantes, se sumaron los “activistas” opositores a la administración rectoral, los tres últimos exrectores, que se pusieron al frente de las “movilizaciones”, algunos docentes activos en nuestras facultades, un puñado de alumnos y otro de maestros jubilados. Su movilización más grande no ha rebasado las 300 personas, en Xalapa, y nadie o casi nadie en las demás regiones de la Universidad.
En su debilidad política quedó retratada su debilidad jurídica, según los propios “activistas” se iniciaron 9 juicios de amparo en contra de la decisión de la Junta de Gobierno, de los cuales seis han sido desechados en primera instancia, aunque todos, querrán insistir en el recurso de queja ante el tribunal de circuito. Donde la probabilidad de ganar se presenta aún más lejana.
Estas derrotas, la política, la jurídica y la simbólica, han llevado a la oposición universitaria a la franca desesperación, impaciencia, intranquilidad y a veces pareciera también locura.
Lo que empezó como una diferencia de interpretación sobre la prórroga de los aspirantes y la Junta de Gobierno, a los activistas los ha llevado a golpear, al Rector, al Consejo Universitario, a la Junta de Gobierno, y al FESAPAUV (el sindicato de académicos) a quien le han atribuido presiones, manipulaciones e incluso obstrucciones para que la disidencia haga sus movilizaciones.
Desde hace seis meses el FESAPAUV no ha dado ninguna línea a los profesores, la prueba es que los que han querido apoyar a la disidencia lo han hecho, dentro de los comités seccionales tenemos varias opiniones, y los maestros, en lo individual, han podido ejercer la opinión y/o tareas que ellos han decidido.
Los exrectores, -que no sabemos bien a bien porque se prestan al ridículo-, y a los opositores a la prórroga, la desesperación los ha colocado en la vía de un ataque planificado y financiado a toda la gobernabilidad de la Universidad Veracruzana, lo que indica un claro y evidente propósito desestabilizador. Y ante este ataque, lleno de manipulaciones y mentiras, el FESAPAUV se verá obligado a movilizar a sus académicos en defensa de la Universidad, su institucionalidad y el trabajo regular y académico dentro de los espacios universitarios.
Y ya que ellos eligieron la vía jurídica para dirimir el diferendo, deberían esperar los fallos jurídicos y de no serles favorable el resultado, cesar sus ataques, regresar y ponerse a trabajar.
