En Veracruz, cada habitante paga en promedio más de 23 mil pesos al año por la violencia. Pero hay un gasto silencioso que pasa desapercibido y que también empobrece: el costo de magnificar los hechos violentos sin contexto.
No se trata de negar ni encubrir los delitos —todo delito debe ser denunciado—, pero sí de darle la justa dimensión a cada hecho, sin convertir lo excepcional en lo cotidiano. Porque cada vez que exageramos, que viralizamos un hecho aislado o que opinamos sin datos, también lastimamos la economía de todos.
El Índice de Paz México 2025, elaborado por el Instituto para la Economía y la Paz (IEP), reportó que Veracruz mejoró su posición en homicidios, con una reducción del 5 % respecto al año anterior. Sin embargo, la percepción de inseguridad sigue siendo altísima: más del 79 % de los veracruzanos se sienten inseguros (OEM, 2025).
Ahí está el verdadero problema: la brecha entre la realidad y la percepción. Y esa percepción distorsionada tiene efectos reales.
Cuando la gente cree que todo está peor, aunque los indicadores digan otra cosa, el consumo se frena, la inversión se detiene y el turismo se cae. Las empresas incrementan su gasto en seguridad, encarecen sus productos o cierran. Los jóvenes se van. Los proyectos se postergan. Todo por miedo.
La economía veracruzana está dando señales positivas: creció un 1.88 % en promedio, y las exportaciones superaron los 373 millones de dólares en abril de este año (SE, 2025). Pero si el relato que predomina es el de la catástrofe permanente, esa mejoría se invisibiliza y se desacelera.
¿Cuánto nos cuesta, entonces, el sensacionalismo?
El IEP calcula el “costo de la violencia” sumando todos los gastos públicos y privados derivados de crímenes, más las pérdidas económicas: productividad caída, gastos en salud, migración, turismo perdido, etc. En Veracruz, esa cifra asciende a más de 191 mil millones de pesos anuales. Dividido entre la población, se obtiene el costo per cápita: $23,713 pesos al año por persona (IEP, 2025).
Ahora bien, magnificar la violencia multiplica ese costo. Porque construye una narrativa que ahuyenta inversiones, rompe el tejido social, y genera políticas públicas que priorizan el control sobre la prevención.
La clave está en el equilibrio: denunciar sin distorsionar, informar con evidencia, actuar con inteligencia. Como ciudadano, académico y defensor de comunidades seguras, insisto en que no podemos construir bienestar sobre la base del miedo.
Veracruz no es un estado perfecto, pero tampoco es el infierno que algunos retratan. Y si queremos más empleo, más desarrollo, más seguridad, necesitamos también una narrativa más justa, más humana y veraz.
ParaSerMejores sabiduría e inteligencia
Dr. Jeremias Zuñiga Mezano
