Hay una escena en Stranger Things que marcó a millones de personas. Max, atrapada por el “Upside Down”, por sus propios traumas, por una tristeza que la va consumiendo poco a poco… y de pronto, suena Running Up That Hill. La música atraviesa la oscuridad, le recuerda quién es, lo que ama, lo que extraña. Y entonces corre. Corre hacia la vida.
Esa escena no solo es visualmente poderosa; es una representación brutalmente honesta de lo que significa vivir con depresión. Porque muchas veces, el dolor no es visible. Uno sigue ahí, entre los demás, pero sintiendo que ya no pertenece. Como si algo nos jalara hacia abajo, hacia dentro, hacia una versión de nuestro mundo donde todo está distorsionado.
Max no quería morir. Solo estaba cansada. Cansada del silencio, de la pérdida, de cargar con culpas que no le tocaban. Y en ese momento, la música y los recuerdos fueron su ancla. Su salvación.
Para muchos, la depresión se parece a ese mundo invertido: Todo se siente frío, solo, peligroso. Pero también, como en la serie, a veces algo tan simple como una canción puede recordarte que no todo está perdido. Que todavía puedes volver. Que hay una parte de ti que quiere vivir.
Stranger Things no solo habla de monstruos. Habla de lo que cargamos dentro. Y a veces, con la canción correcta, con la persona correcta, con el momento justo… Podemos escapar.
Yo no sé si alguna vez me perderé así. Pero si llegara a pasar, si alguna vez me siento como si ya no perteneciera a este mundo o si el dolor me desconecta de todo, creo que la canción que podría salvarme sería Unwritten, de Natasha Bedingfield. No por su ritmo, sino por lo que me recuerda: Que mi historia no ha terminado, que todavía hay páginas en blanco esperando ser llenadas. Que aún tengo cosas que decir, que vivir, que sentir.
Y sobre todo, si algo me haría volver, si algo podría sacarme del lugar más oscuro, serían los recuerdos con él. Con mi novio. Su risa, sus abrazos, la forma en que me mira cuando cree que no me doy cuenta. Él, que tantas veces ha sido mi refugio cuando el mundo se siente demasiado. Él, que me ha mostrado que hay amor que no pesa, que no duele, que te cuida.
Porque a veces, el “Upside Down” está adentro. Pero también adentro vive la música, los recuerdos, las personas que nos anclan. Y si algún día me pierdo… Yo también quiero correr hacia la vida.
