Por Art1llero
Hay frases que, envueltas en ironía, condensan más verdad que muchos discursos de campaña. Don Baltazar Pazos, empresario ejemplar de los medios radiofónicos y uno de los radiodifusores más respetados en la industria nacional, suele decir con chispa y lucidez que: “Lo único serio en México, es la lucha libre.” Y aunque arranca carcajadas, lo cierto es que su sentencia retrata con aguda precisión el disparate político que a veces somos como país.
Tuve la fortuna de trabajar con Don Baltazar por más de 30 años; ha sido, sin exagerar, una especie de tutor para mí en el oficio y en la vida. Por eso sé que cuando lanza frases como esta, no lo hace desde el desprecio, sino desde el amor profundo por México y el desencanto de quien ha visto demasiado.
Porque mientras los encapuchados del cuadrilátero respetan un guion, honran un código y hasta mantienen el arte de la teatralidad con dignidad, la política nacional parece carecer incluso de esa mínima decencia.
En la lucha libre, el rudo es rudo, el técnico es técnico, y el espectáculo sigue reglas que, aunque fingidas, no pretenden ser otra cosa. En cambio, en la arena política, los protagonistas cambian de esquina sin pudor, aplauden lo que ayer repudiaban y simulan combates donde los ciudadanos, siempre en la primera fila del desencanto, somos el verdadero botín.
Decir que la lucha libre es lo único serio en México no es un chiste, es una denuncia elegante, una bofetada con guante blanco. La frase de Don Baltazar, más que una broma, es una crítica fina, elegante y punzante. Porque en ella, al menos, hay respeto por el espectáculo; en la política, ni por el país.
