La mañana del sábado no comenzó con café ni con el clásico scroll infinito de cada día: X (antes Twitter) amaneció más caído que tus ganas de trabajar en fin de semana.
Los más madrugadores —y los desafortunados que sí trabajan los sábados— se llevaron una amarga sorpresa: la red social del pajarito mutado en equis simplemente no servía.
Durante varias horas, X no cargaba publicaciones ni actualizaba el feed. Las notificaciones estaban tan grises como el cielo de la Ciudad de México. De inmediato, la gente entró en modo crisis y, cómo no, empezaron a culpar al siempre confiable chivo expiatorio de internet: Elon Musk.
“Se cayó tuiter, ahora dónde voy a poner que se cayó tuiter” se preguntaron… sin poder leer nada. Ni teorías de conspiración, ni peleas sobre política, ni indirectas pasivo-agresivas. Un sábado sin X es como un desayuno sin chilaquiles: simplemente no se siente completo.
Ante la desesperación, miles de usuarios huyeron a otros rincones olvidados del ciberespacio. Facebook, ese refugio digital lleno de tías y memes reciclados de 2012, fue invadido por usuarios confundidos que no recordaban ni su contraseña. Fue así como el clásico amigo “progresista y tuitero de tiempo completo” terminó despotricando su frustración… en su propio muro.
Los fieles al Face, por su parte, no tardaron en quejarse por la repentina llegada de estos exiliados digitales:“¿Ahora resulta que regresaron los que decían que esta red ya estaba muerta?”
Mientras tanto, en Instagram, muchos usuarios notaron un aumento en las vistas de sus stories. ¿La razón? Los náufragos de X estaban buscando algo —lo que fuera— para scrollear y perder el tiempo. Incluso buscando con quién pelear.
Algunos incluso recordaron que tenían cuenta ahí y aprovecharon para publicar una foto que llevaban meses guardando “para una ocasión especial”.
Fuente: Infobae
