Edgard González Suárez
Para el martes 05 de noviembre, es decir, para el día de mañana, y desde la mañana, según el propio ministro ponente José Luis González Alcántara y Carranca, ha sido convocado el pleno de la suprema corte de justicia para votar en torno al dictamen elaborado por el propio ministro y que en resumen sostiene tres ideas:
- Que la SCJN esta invalidada o, no facultada, para conocer e impugnar reformas, adiciones o nuevas declaraciones contenidas en el texto constitucional.
- Que la SCJN si esta facultada para conocer y resolver acciones de inconstitucionalidad que deriven en procedimientos electorales.
- El dictamen preliminar elaborado por el ministro señala que la reforma al poder judicial tal y como se conoce hasta ahora, adolece de garantías como certeza, libertad, idoneidad, etc., en su propuesta para la elección de jueces, ministros y magistrados del poder judicial.
Con estas tres ideas, el dictamen fue publicitado, en medio de la batalla político-parlamentaria más tensa que se haya registrado en los últimos años, y generó una retahíla de posicionamientos de un bando como del otro.
Justamente, minutos antes de que pasara el macroscopio del lunes pasado. Se hacía público dicho dictamen.
Lo que nos queda claro, es que el poder judicial y el legislativo han estado jugando a las vencidas, y hasta este momento, el poder legislativo ha salido adelante y ha podido superar la batalla política y la judicial.
Es de todos conocido que no solo la cena aquella -de diciembre del año pasado- donde la ministra Norma Piña, y otros ministros se reunieron a cenar con los dirigentes de partido, principalmente con “Alito” Moreno, quien se destacaba en esa reunión proponiendo una estrategia para anular las elecciones de junio de 2024. En aquellos momentos, la oposición conservadora soñaba y creía a pie juntillas que el proyecto opositor vencería a Morena, que serian ellos quienes tendrían mayoría en las cámaras, y qué si seguían con ese ánimo, su fenómeno presidencial terminaría ganando o empatando las elecciones. Y en caso de quedar muy apretadas las elecciones, elaborar una estrategia que permitiera llevar el conflicto poselectoral a la Suprema Corte y anular la elección.
El que se dice y se rasga las vestiduras y se autodenomina poder independiente, nos confirmaba, lo que bien sabemos todos, que es una corte de facinerosos al servicio de los intereses empresariales nacionales y extranjeros, las mineras, la energía eléctrica y petrolera, las inmobiliarias, las depredadoras de playas, bosques y selvas y los narco-poderes, que controlan las correas tanto del PAN como del PRI.
Pues esa misma corte ha mantenido en pie de lucha su estrategia, aun violando ellos mismos la Constitución, y buscando y rebuscando “argumentos” e “interpretaciones” para hacer valer los intereses económicos a los cuales ellos sirven. Por ello, después de haber perdido la elección presidencial, después de haber perdido la mayoría calificada en las cámaras, después de haber sido dejada en ridículo y sin proyecto de país, la oposición se refugió en el único bastión que les queda y que pueden manipular, y desde ahí tratar de frenar las reformas constitucionales que son el programa político de la 4T.
Como dije la semana pasada la oposición conservadora amagó con una crisis constitucional logró ensanchar las diferencias políticas y jurídicas entre la oposición y morena, y creyendo tener la razón jurídica intentaron amedrentar y provocar al gobierno para salir victoriosos de esta lucha tan intensa que se desató después del triunfo impecable de Claudia Sheinbaum.
Sin embargo, aun y en contra de la multimillonaria campaña de medios y la exposición pública de jueces, trabajadores del poder judicial, magistrados y ministros, el poder judicial se encontró frente a una pared, frente a un dique, frente a la alianza popular ganadora, frente a la alianza del poder ejecutivo y el legislativo.
Así, lo único que alcanzamos a ver es como las defensas de la Suprema Corte van cayendo poco a poco, y cómo hasta ahora, parecen aceptar su derrota, pero queriendo dejar constancia de su rebeldía jurídico-constitucional y política para desacreditar lo inevitable, qué, en este país, habrá una elección de las personas juzgadoras el próximo junio de 2025.
Las evidencias más notorias, de la derrota del conservadurismo- las podemos observar en la retirada del PAN de los debates y de la conformación de las comisiones que seleccionarán y evaluarán a los aspirantes; la salida de Marco Cortés del país, dejando a sus huestes sin su referente partidario y parlamentario más importante; La negativa de los poderes ejecutivo y legislativo de acatar cualquier resolución que viole el principio de inatacabilidad de la Constitución; la petición rogada de los lideres de partido a los ministros para que no pospusieran la fecha de la resolución; la vehemente y cuasi amenazadora posición del PRI en contra de los ministros de la Suprema Corte -llamándoles traidores a aquellos que no votaran o votaran contra el dictamen de González Alcántara-; la posposición de la fecha para que la SCJN resuelva sobre la ponencia del Ministro González Alcántara, que originalmente se llevaría el pasado jueves 31 de octubre y se traslado al 5 de noviembre; el paso por el poder legislativo constituyente de la nueva ley de supremacía constitucional e impugnabilidad de la Constitución; la locura del presidente del PRI, quien pierde los estribos, y amenaza y gritonea al presidente de la mesa directiva del senado y el forzamiento, en medios de comunicación, de la idea de una “peligrosa” crisis constitucional si no se obedece a la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Sin duda, una batalla política que enfrentó a dos poderes, a los poderes ejecutivos y legislativo legitimados por el abrumador respaldo popular en contra del poder judicial, deslegitimado por su corrupción y servilismo a los intereses más abyectos y contrarios al interés nacional y popular.
La Suprema Corte jugo a la política, dejó de ser suprema y dejó de ser arbitro para convertirse en el jugador más sucio que tenia el equipo conservador y aun con ello, perdieron esta batalla. Mañana seguramente el voto sobre el dictamen se dividirá y es probable que el dictamen sea desechado.
Sin embargo, la rueda sigue girando, y esto no acaba aquí.
