Edgard González Suárez
Finalmente, el pasado viernes 25 de octubre el senado de la república aprobó por 85 votos a favor y 41 en contra la llamada “supremacía constitucional”, después de un intenso debate en la cámara, en los medios de comunicación, en la academia e incluso en la población, las bancada de Morena, Verde y PT vencieron los intentos golpistas de la Suprema Corte de Justicia que pretendió invalidar la ya constitucional reforma al poder judicial que señala de manera expresa que los ministros, magistrados y jueces deberán ser votados para poder ingresar y ser parte del poder judicial de la federación.
La polémica arreció -desde hace dos semanas- a partir de que una juez de distrito pretendió invalidar la reforma obsequiando vía un amparo la suspensión definitiva de los actos involucrados con dicha reforma y conminaba a la presidenta de la República a que nulificará dicha ley bajando de la red la publicación del Diario Oficial de la Federación y además amenazaba a la presidenta para que, en caso de no hacerlo, se podrían tomar acciones penales que llevarían a su destitución.
La oposición seguramente, financiando a esa Juez, logró abrir, que digo abrir, logró ensanchar las diferencias políticas y jurídicas entre la oposición y morena, y creyendo haber acorralado al gobierno, festejaba y hasta se burlaba del arrinconamiento político al que habría llevado a Claudia Sheinbaum en sus primeros días de gobierno.
La oposición echo andar su maquinaria mediática y posicionó en el imaginario público que la reforma al poder judicial era dañina, violaba los derechos humanos, que era el inicio del fin de la división de poderes y el inicio de la dictadura en el país.
En su momento de mayor tensión y cuando la oposición pensó e imaginó que le había metido un golpe irreversible a la Presidencia, vino la respuesta.
Adán Augusto López Hernández, coordinador de la fracción de senadores de Morena, presentó la iniciativa denominada de “supremacía constitucional”. A pesar de que reiteradamente la coalición gobernante había insistido en que el artículo 61 de la ley de amparo vigente no faculta a juez, grupo o sujeto alguno para ampararse sobre reformas constitucionales; además se insistió hasta el cansancio para dejar claro, que donde no había facultades de la autoridad no había desacato; por más que se difundió la idea de que la Presidenta de la República no puede ser reconvenida, y mucho menos ser destituida por no hacer caso al amparo definitivo promovido por dicha jueza, la oposición decidió hacer el ridículo y dejar constancia de su desesperación, de su frustración y de su ataque permanente con falacias, mentiras y bulos en contra del régimen de la 4T.
Cuatro componentes asociados a la disputa judicial dieron por fin la estocada final a Norma Piña y sus facinerosos ministros:
- La entrega por parte del Consejo de la Judicatura Federal de los listados de jueces, ministros y magistrados que componen el poder judicial.
- La anuencia del tribunal electoral para que el INE pueda reiniciar los trabajos y preparativos para la elección de jueces, ministros y magistrados.
- El voto favorable para incorporar a nivel constitucional la llamada ley de “supremacía constitucional”
- Y el pronunciamiento del senado reafirmando la imposibilidad jurídica y política de la Presidencia para quitar publicación alguna del diario oficial de la federación
Todo esto llevó, por fin, a la derrota la Suprema Corte de Justicia, frente al poder legislativo, de una de las disputas judiciales más importantes en la historia de nuestro país.
El día de ayer, domingo 27, se conoció que la presidenta de la Suprema Justicia de la Nación, Norma Lucía Piña, indicaba a los miembros de la corte para que conformaran los comités de selección y evaluación de aspirantes a candidatos a la SCJN.
Ese mismo día, el Consejo de la Judicatura confirmó que el paro de labores de los trabajadores del Poder judicial terminaría el lunes 28 de septiembre, y quien no regrese a laborar le será suspendido su ingreso y pasara a trámite administrativo.
La resistencia opositora, por lo menos hasta ahora, parece haber sido vencida con las artes de la política.
