Análisis del Legado de López Obrador
Moisés Hernández Yoldi
En los últimos meses, el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador ha sido objeto de duras críticas tanto en México como en el extranjero. A medida que su mandato se acerca a su fin, varios medios y analistas han expresado su preocupación por las reformas aprobadas en el Congreso, donde Morena, el partido en el poder, ha utilizado su mayoría para impulsar cambios estructurales.
Entre las acusaciones más polémicas está la de que México camina hacia un gobierno autoritario, e incluso, algunos insisten en que está a las puertas de una dictadura. Sin embargo, esta narrativa, en opinión de muchos observadores, carece de fundamento y responde más a intereses políticos y económicos que a la realidad del sistema democrático mexicano.
Concentración de Poder y Reformas Políticas
Uno de los temas más debatidos es el aparente riesgo de la concentración de poder. La mayoría legislativa que Morena ha mantenido tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado ha permitido la aprobación de reformas clave, como la judicial, electoral y la militar.
Estos cambios han provocado la alarma de algunos sectores que argumentan que el gobierno de López Obrador está debilitando los contrapesos democráticos. Joaquín López-Dóriga, reconocido periodista, ha señalado que “López Obrador ha utilizado su control del Congreso para reconfigurar las instituciones del país a su favor”, lo que podría poner en riesgo la democracia a largo plazo.
Por su parte, la analista Denise Dresser ha sido una de las voces más críticas, advirtiendo que las reformas impulsadas por el gobierno “desmontan el sistema de contrapesos democráticos” que se construyó tras la transición a la democracia en 2000.
En particular, Dresser ha expresado su preocupación por la reforma electoral, que modifica las estructuras del Instituto Nacional Electoral (INE) y podría, según ella, “reducir la independencia del órgano electoral, favoreciendo la permanencia de Morena en el poder”.
Blanca Heredia, académica del CIDE, ha enfatizado que “la posibilidad de centralizar poder es real, pero no debemos caer en la narrativa del catastrofismo. El sistema político mexicano sigue siendo fuerte y las elecciones de 2024 serán clave para medir la resiliencia de la democracia mexicana”. Para Heredia, el futuro de México depende no solo de las instituciones, sino de la capacidad de los ciudadanos para participar activamente en el proceso democrático.
Sin embargo, hablar de una dictadura es una afirmación que muchos consideran exagerada. Jesús Silva-Herzog Márquez, académico y columnista, si bien reconoce la concentración de poder en el Ejecutivo, señala que “la democracia mexicana es mucho más robusta de lo que algunos actores quieren hacer ver.
Hablar de dictadura es un despropósito que solo enciende la polarización en el país”. Desde su perspectiva, las reformas deben ser vistas bajo la luz de un cambio de paradigma en la manera de gobernar, más que un debilitamiento del sistema democrático.
El Gobierno Soberanista y la Resistencia de los Poderes Fácticos
Uno de los ejes centrales del discurso de López Obrador ha sido su proyecto de soberanía nacional. Bajo esta bandera, ha impulsado una política de rescate de los recursos estratégicos, como el petróleo y la energía eléctrica, priorizando a las empresas estatales como Pemex y la CFE.
Este enfoque ha generado tensiones con sectores privados y con gobiernos extranjeros, especialmente en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), debido a las preocupaciones sobre las reglas de competencia y el respeto a las inversiones extranjeras.
The Economist, en un artículo reciente, calificó el enfoque energético de López Obrador como “nacionalista y retrógrado”, argumentando que aleja la inversión privada y podría retrasar el crecimiento económico. Desde esta óptica, las políticas del presidente son vistas como una amenaza al libre mercado y a la estabilidad económica de México en el contexto global.
Sin embargo, otros analistas defienden este modelo soberanista. John M. Ackerman, académico de la UNAM y defensor del gobierno de López Obrador, ha señalado que “las críticas sobre la concentración de poder y las reformas energéticas son parte de una narrativa impulsada por los poderes fácticos que se han beneficiado durante décadas del saqueo de los recursos nacionales”.
Ackerman sostiene que la política de López Obrador responde a la necesidad de recuperar la soberanía económica de México y de reducir la dependencia de capital extranjero.
Por su parte, Carlos Pérez Ricart, politólogo, argumenta que la política de López Obrador en este ámbito es más pragmática de lo que sus críticos sugieren: “El presidente ha sido muy claro en que su prioridad es recuperar el control sobre los recursos estratégicos, y aunque esto genera tensiones, no podemos ignorar que este tipo de políticas son necesarias para equilibrar las relaciones con potencias como Estados Unidos”.
Pérez Ricart agrega que la defensa de los intereses nacionales no debe interpretarse como una señal de autoritarismo, sino como parte de una estrategia para reconfigurar la relación de México con el mundo.
¿Presiones Internas y Externas?
El gobierno de López Obrador también se ha enfrentado a presiones internas y externas. En el ámbito interno, las tensiones con sectores empresariales y medios de comunicación han sido recurrentes. A pesar de estas fricciones, México sigue siendo un país con una amplia libertad de expresión.
Raymundo Riva Palacio, periodista y crítico del gobierno, ha reconocido que “si bien la relación entre el presidente y los medios es tensa, no se ha cerrado el espacio para la crítica”, lo que desmiente las afirmaciones de una supuesta censura o persecución a la prensa.
En el plano internacional, López Obrador ha mantenido una postura de independencia frente a los Estados Unidos y otros actores globales, lo que ha generado tanto admiración como inquietud.
Vanda Felbab-Brown, analista de la Brookings Institution, ha señalado que “la relación de México con Estados Unidos, en particular, ha sido compleja bajo el mandato de López Obrador, pero no hay indicios de una ruptura”. Según Felbab-Brown, la política exterior de AMLO ha sido pragmática, aunque con tintes soberanistas que a veces chocan con los intereses de Washington.
El economista Jonathan Heath, subgobernador del Banco de México, ha subrayado que “el manejo económico de la administración ha sido más conservador de lo que se esperaba”. Heath menciona que si bien ha habido una retórica antineoliberal, en la práctica, la política macroeconómica ha sido prudente.
Sin embargo, advierte que los riesgos a largo plazo provienen de una caída en la confianza empresarial debido a las tensiones políticas.
Javier Tello, analista político, sostiene que “el proyecto de López Obrador tiene un componente de resistencia interna contra los poderes tradicionales. A pesar de las críticas, el presidente ha mantenido su base electoral, lo que indica que su proyecto sigue teniendo legitimidad entre amplios sectores de la población”.
Conclusión: ¿Autoritarismo o Transformación?
La polarización política y social que se ha vivido durante el mandato de López Obrador no es un fenómeno exclusivo de su administración, sino que refleja tensiones acumuladas durante años. Las reformas impulsadas por su gobierno han generado críticas y resistencias, especialmente entre los sectores más beneficiados por el modelo neoliberal que el presidente busca desmontar.
Si bien las acusaciones de que México se dirige hacia una dictadura carecen de fundamentos sólidos, el debate sobre la concentración de poder es legítimo. El reto de López Obrador ha sido equilibrar su proyecto de transformación sin debilitar las instituciones democráticas, una tarea que aún está por concluir. Su sucesora, Claudia Sheinbaum, heredará tanto los logros como los desafíos de este sexenio, y el futuro del país dependerá en gran medida de cómo se gestione esta transición.
En última instancia, las críticas al gobierno de López Obrador son parte de un debate sano y necesario en cualquier democracia. Lo que queda claro es que la Cuarta Transformación no ha sido un proceso sin controversias, pero tampoco ha significado el fin de la democracia mexicana, como algunos sectores insisten en sugerir.
