Edgard González Suárez
El mandato que la población ha otorgado a Claudia Sheinbaum es inobjetable, más de 35 millones de votos, en una votación histórica, en la elección más concurrida que haya organizado el país, sin incidencia graves y muy localizadas, con el pleno reconocimiento internacional pone al país en la ruta de un verdadero cambio de régimen político.
El desfondamiento de los partidos políticos, sus inercias, sus corruptelas, su elitismo, y sus contradicciones ideológicas hicieron que el anterior sistema de partidos se desmoronara poco a poco. Se resistieron, se agruparon, contratacaron y diseñaron la peor estrategia política posible: la confrontación directa y sin concesiones al enemigo de la “nación”.
El sistema de partidos y las relaciones política entre las fuerzas y las clases sociales va a cambiar, o más bien, está cambiando vertiginosamente. Los antiguos partidos políticos: PRI, PAN, PRD, no representan a nadie, por separado, han sido reducidos al mínimo, 16% el Partido Acción Nacional, 8% el Partido Revolucionario Institucional y 2% el PRD, qué, por cierto, podría incluso, perder el registro ante el Instituto Nacional Electoral.
La derecha conservadora, según mi opinión, deberá entrar en modo reflexivo, para determinar cuales fueron las posibles causas de tan estrepitosa derrota, vergonzosa, ridícula. Si no quieren hacer pública esa reflexión, esta bien, pero ya que tienen entre sus filas a 250 intelectuales, que por lo menos les exijan pensar que fue lo que paso, y sobre todo que podrían hacer para involucrarse en el nuevo régimen que está naciendo. La derecha conservadora esta escindida, es decir, separada, dividida, fraccionada, y esas divisiones se irán acentuando a medida de qué, el sopor por la derrota, vaya cediendo y la reflexión vaya apoderándose de la necesidad de sobrevivir.
Pero, después de la paliza, veo a la oposición, corriendo como gallina decapitada, gritan fraude, fraude, me robaron la elección, sin saber, ni saberse que ya esta muerta.
Xóchitl Gálvez y su esperpento de comité de campaña anuncia: impugnaremos la elección, esperaremos el conteo oficial, Las actas de casilla no coinciden con el conteo rápido, esto fue una elección de estado, Sheinbaum ganó por los programas sociales, “yo vi a la gente haciendo largas filas para votar…y esos votos no aparecen”. ¿Quién les dijo a los de la oposición que los votos no manifiestos en las encuestas, que los votos no declarados en las encuestas de salida, que los millones de votos de más que superaron la votación de López obrador en el 2018, eran votos cautivos de la derecha?
La derecha se va a dividir en dos bloques, en aquellos que querrán participar de la definición de las nuevas reglas de la convivencia política, hacer valer y defender su programa político por medio de leyes y reformas, y aquella que se haya quedado en la frustración, la rabia y el desprecio contra el MORENISMO y continue la estrategia fallida de la confrontación, la radicalidad, y la negación de la nueva realidad política de este país.
El nuevo régimen traerá consigo: Reformas estructurales: reforma al poder judicial, reforma energética, reforma a los institutos autónomos, reforma al sistema de partidos y de representación en las cámaras; planes de infraestructura regional: carreteras, presas, conexión de ciudades y pueblos, movilidad urbana y potabilización de agua. Atención urgente a los temas sensibles a la población: Seguridad Pública, Educación, Salud, Vivienda, Trabajo y Salario.
Vamos a ver si el nuevo régimen que en septiembre iniciará sus pasos lo puede hacer bajo el manto del consenso y la negociación, o si los radicales de la derecha deciden enfrentarse por vía ideológica o política al nuevo gobierno. Como siempre, en estos casos, aconsejo prudencia para todos.
