Edgard González Suárez
La estrategia de la desesperación, como consecuencia de la derrota catastrófica para la derecha mexicana, les ha obligado a poner en marcha dos fases previas al 2 de junio próximo.
- Jugarse el “todo por el todo” en el debate del día de ayer
- Descarrilar la elección, intentando movilizar a la población para denunciar un presumible fraude electoral.
La primera fase incluye la saturación de tres líneas discursivas en medios, redes y en el debate del día de ayer: por un lado, a) la 4T no pudo contra la violencia del crimen organizado; b) la economía es un desastre para el país y, c) la 4T es igual o más corrupta que el PRIAN.
Vamos a ver, la primera línea discursiva arroja limón o vinagre a la herida nacional sobre el crimen organizado, es un hecho que el crimen organizado se encuentra dominando ciertas regiones del país y que hasta ahora parece no haber saldos favorables para el gobierno. Pero debemos insistir, los estados carcomidos por el narcotráfico son: Guanajuato (PAN), Jalisco (MC), Nuevo León (MC), Guerrero (Morena), Michoacán (Morena). Esto no quiere decir que no haya otros estados infectados por el narco, sino solo quiere decir, que los niveles de extrema presencia y control se encuentran en ciertas regiones del país. El narcotráfico existe en una buena parte del país y para enfrentarlo se requieren de diversos dispositivos políticos y legales para revertir la correlación de fuerzas entre el estado y el crimen organizado. El país necesita de manera urgente una reforma al poder judicial y a todo el sistema de justicia (reforma parada o detenida por la oposición); se requiere una reforma al sistema financiero (por donde corren los beneficios económicos de dicha actividad), reforma que no se ha planteado a fondo; se requiere una reforma que habilite a las policías municipales, estatales y federales para que puedan operar coordinadamente con capacidad de fuerza e inteligencia y hacer las investigaciones, persecuciones y detenciones necesarias para someter y controlar dicho infección.
El narcotráfico no será contenido, ni mucho menos eliminado, por gobierno, o persona alguna. Se necesita un acuerdo nacional y de estado para poder hacerle frente. Hasta ahora, las disputas electorales no solo no abonan a ese objetivo, sino que la nublan, la opacan y la distorsionan.
De tal manera que la oposición, lo único que hace es propaganda con el tema. Es intentar encender las emociones, apelar a la irracionalidad y mantener una cuota de votos suficiente para negociar con los poderes instituidos en el país.
La economía es un desastre -clama la oposición-, pues solo para Macario Schettino, Ricardo Alemán, Ezra Chabot, y toda esa pléyade de opinadores, que intentan hacer propaganda, la economía es un desastre, pero para los empresarios, banqueros, comerciantes en pequeño, clases medias ilustradas, y clases populares, parecen tener otra percepción de la economía. El tema de la economía juega un papel más ideológico, “la economía no funciona bien si el estado regula la actividad económica”, ese es un dogma neoliberal que ya ni en los estados más conservadores se utiliza. Se recurre a él solo con fines propagandísticos para salvar y luchar por el honor neoliberal.
Finalmente, la “idea” de que la corrupción no solo no ha acabado, sino que se agigantó con la llegada de la 4T, no deja de ser el lugar más común para intentar corroer un proyecto político. Es esta otra táctica de las oposiciones, tanto de derecha e izquierda para demoler cualquier edificio político que se quiera consolidar. La corrupción que más duele y más escozor genera es la corrupción de la élite política, aquella que se dedica al enriquecimiento ilícito, aquella que proviene de los grandes centros de la burocracia federal, y que inician como funcionarios y terminan como multimillonarios, esa es la corrupción que la 4T ha detenido, incluso ha perseguido, pero que la oposición ha jurado no dejar pasar, para así defender a toda la nata dorada, la mafia que controlaba el estado y que se podía volver millonaria, literalmente, de un día para otro.
Por eso digo, que es la estrategia de la desesperación, y de la frustración, y ahora, después de haber perdido el segundo debate, la oposición organiza ya la desacreditación e intentará descarrilar la elección, que se llevará a cabo, dentro de 32 días. Sólo que para eso necesita, por lo menos, empatar, igualar, la votación con Claudia Sheinbaum. Y creo, sinceramente que eso ya no sucedió. La oposición ahora pelea las cámaras, la elección presidencial parece definida y la brecha entre el primer y segundo lugar parece que no se moverá.
MACARIO SCHETINO
Como habíamos platicado, se van cerrando las mediciones de popularidad, tanto para la elección presidencial como para las de gubernaturas. Algunas empresas encuestadoras siguen publicando cifras absurdas (considerando cómo han sido las votaciones en los últimos tres años), pero otras empiezan a mostrar una elección cerrada. La ventaja, en todas ellas, sigue siendo para Claudia Sheinbaum, pero ya no por 30 o 40 puntos, sino por cuatro, seis, diez. Difícil medir con exactitud por todos los obstáculos que hemos comentado, a los que hay que sumar la complicación de asignar a quienes no han decidido, o no quieren decirlo.
