Edgard González Suárez
“No solo hay relatos del mundo, sino aquellos que hacen el mundo; de hecho, nuestra vida esta tejida de relatos: a diario narramos y nos narramos el mundo. Nuestra memoria e interés nos llevan a operar una incesante selección de incidentes a partir de nuestra vida, de la vida de los otros, del mundo que nos hemos ido narrando”. Así lo señala la Dra. Luz Aurora Pimentel, en su famoso texto, el relato en perspectiva. No hay un espacio más claro y quizá más nítido donde las narrativas juegan un papel determinante para seguir el curso y el ritmo de los sucesos que en el drama jurídico y/o judicial.
En este subsistema social -el judicial- se enfrentan dos mecanismos vitales para determinar las decisiones que se toman al respecto, por un lado, las pruebas físicas, las evidencias y, por otro lado, las narrativas tanto de la defensa como de la acusación para “acomodar” los hechos y los argumentos e intentar “convencer” a un tribunal, o a un juez, de la inocencia o culpabilidad de los responsables de determinados hechos y hechos que exigen una sentencia jurídica.
Y esto, por supuesto que no es nuevo, ni es espontáneo, el sistema jurídico en los países occidentales se basa precisamente en el enfrentamiento de estas dos columnas: las evidencias -las pruebas- y las narrativas de la acusación y la defensa.
Hace ya más de 50 años, se llevó el tema a la pantalla y al teatro, en aquella famosa película llamada “Twelve Angry Men”, Doce hombres enojados, Doce hombres en pugna o doce hombres sin piedad, como se le llegó a conocer en español.
La historia en breve trata de las deliberaciones que tiene un jurado -integrado por 12 ciudadanos- al tener que discutir una acusación de asesinato.
Donde si bien los hechos y las evidencias que presenta la fiscalía parecen claras y nítidas desde el principio, las dudas, los razonamientos lógicos, las perspectivas interpretativas de cada uno de los participantes, van generando una idea contraria. Y de tener, desde el inicio, la certeza de la culpabilidad, y expresarse en una mayoría de 11 votos a favor de la culpabilidad y 1 que no estaba del todo convencido, la deliberación y la narrativa va descontando votos a favor de la culpabilidad, hasta generar una resolución en contrario, es decir, inocente.
Y como en toda litis, el mecanismo judicial exige, pruebas, evidencias y una narrativa verosímil, creíble que se soporte sobre las pruebas, los hechos irrefutables para dejar sin dudas y dar paso a una sentencia de culpabilidad.
Pues en el caso de la invasión a la embajada mexicana en el Ecuador y el secuestro del expresidente Jorge Glas, es decir, la incursión armada y la detención arbitraria del expresidente dentro de las instalaciones de la embajada. Tiene por supuesto, faltaba más, dos narrativas encontradas. No obstante, cabe decir, que la narrativa ecuatoriana no es verosímil, es decir, similar a la verdad, creíble, aceptable, admisible. En otras palabras, en la reunión extraordinaria del pasado miércoles, de la Organización de Estados Americanos (OEA), Ecuador no ha convencido a nadie, a nadie, sólo mereció la abstención de El Salvador, y por supuesto, el voto en contra del mismo Ecuador. El debate se centro en lo más importante y trascendente para la comunidad y el derecho internacional: La invasión armada de las fuerzas policiacas y militares de Ecuador a la embajada mexicana en Quito.
La derecha internacional (para algunos, promotora de la invasión a la embajada) tuvo que replegarse ante dos cosas: La narrativa jurídica del Gobierno Mexicano y las pruebas y evidencias (audios y videos de la embajada mexicana) que fueron mostradas internacionalmente y dejaron en la orfandad política al gobierno de Daniel Novoa.
Consolidado el estatus de víctima de la delegación mexicana en los foros internacionales, dio pasos a sendas denuncias de la Cancillería Mexicana en la ONU, “…se hace de conformidad con el procedimiento establecido por la resolución 77/108 de la Asamblea General de la ONU, prevista para denunciar hechos como los ocurridos el 5 de abril en Quito, Ecuador” y, en la Corte Internacional de Justicia de la Haya, dónde pide la suspensión del país agresor como estado miembro de la ONU.
En todas las instancias jurisdiccionales, el gobierno mexicano ha demolido la resistencia narrativa de la derecha ecuatoriana, qué con una narrativa increíble, inverosímil, y con todas las pruebas y evidencias en su contra parece ir directo al aislamiento.
La propia Corte Nacional de Justicia del Ecuador, la tarde del viernes y mañana del sábado 13 de abril, reconoció que la detención de Jorge Glas fue “ilegal y arbitraria” al invadir la sede mexicana en quito, sin embargo, aún no es puesto en libertad por tener, según sus captores, otras causas que ameritan su detención.
La confrontación entre narrativas y evidencias sigue, y se espera que las denuncias de México en los organismos internacionales, dejen -en las próximos días- una gran experiencia al Ecuador y a la Comunidad internacional.
