Descubierta ya la campaña propagandística y electoral del “presidente-narco”. Quisiera comentar algunas cosas al respecto. El fenómeno de la violencia en nuestro país es complejo, multicausal y multinivel, impacta directamente sobre un conjunto de derechos, como el derecho a la dignidad, a la no discriminación, a la vida, al ejercicio de garantías, etc. Afecta a niños, niñas, adolescentes, mujeres, hombres, adultos mayores, sectores sociales, etc. En este sentido, la violencia en nuestro país, vista y practicada desde distintos ángulos y esferas sociales parece haber adquirido constancia de permanencia y de tolerancia, ósea, en su mayoría preferimos voltear la cabeza, no mirar, o hacer como que no miramos y optamos por callar.
De esta manera debemos aceptar y reconocer todas las violencias que se ejercen dentro de nuestro país, y que, de manera muy tolerante o temerosa, decidimos hablar muy poco de ella, o intentar hacer o proponer algunas medidas para su disminución y erradicación. Hay violencia infantil, acoso juvenil, violencia sexual, feminicidios, violencia intrafamiliar, robos a casa habitación, contra la salud, violencia criminal organizada, etc.
Algunos tipos de violencia se ejercen en entornos familiares -no necesariamente destruidos o en insolvencia económica- otras violencias se ejercen desde las escuelas, centros de trabajo -empresas, fábricas, comercios- incluso desde las mismas instituciones públicas -oficinas de atención, servicios, etc.- De esta manera un gran porcentaje de la población, en distintas edades y en distintos ámbitos ha sufrido maltrato y violencia de algún tipo.
Y si hay un porcentaje de ciudadanos que han padecido distintos niveles de violencia, pues se entiende también, que hay otro porcentaje que la ejerce -capataces, empresarios, ejecutivos, maestros, burócratas, padres de familia, sacerdotes, lideres sociales-.
La violencia que más nos preocupa, en este sentido, es aquella de la que no podemos escapar, o de aquellas que se ejerce en contra de nosotros sin tener nada que ver con el asunto en cuestión. Las causas de violencia son varias y de una enorme complejidad, las hay económicas, políticas, sociales y culturales, y dentro de estos paquetes infinidad de prácticas violentas entre las personas.
Entonces, como primera medida debemos aceptar que el fenómeno de las violencias, en nuestro país, tienen varias causas, y se relacionan de manera compleja con varios tipos de entornos y contextos. Todas las violencias son inaceptables, pero, desde luego, que la violencia que proviene de grupos del crimen organizado es de las más brutales y salvajes. Pero también existen estudios que muestran el mapa de la violencia criminal organizada centrada en zonas urbanas, suburbanas, en los barrios aledaños a las ciudades, muchas de esas zonas sin servicios, precarizadas, sin estabilidad laboral de sus habitantes y con la nula presencia y acción de las policías y autoridades de justicia (fiscalías, investigaciones, capturas, detenciones y sentencias). Los narcotraficantes -operadores del trasiego de estupefacientes- necesitan centros de control, para el embarque, traslado y entrega de esos narcóticos. Disponen de cantidades exorbitantes de efectivo -destinado a la corrupción- y un poder de fuego superior a muchas de las policías locales y federales. Las bandas criminales “compran” el silencio y la lealtad de los habitantes de esos barrios, pueblos o ciudades, imponen una estructura de distribución por zonas o “plazas”, cooptan a las policías y amenazan o integran a las autoridades de todos los niveles. Lo que observamos cotidianamente como balaceras o “ejecuciones” son acciones de limpieza, confrontación entre grupos por las zonas y vías de traslado y, sobre todo, el ajuste de cuentas por la pérdida de mercancía, falta de pagos, deudas, o rompimiento de los acuerdos de seguridad para el traslado de los narcóticos involucrados.
¿Qué tenemos? Violencias de distinto tipo de carácter histórico y cultural -machismo, por ejemplo- y tipos de violencia provenientes del crimen organizado. ¿Qué NO tenemos? Una cultura que elimine las diferentes formas de violencia contra niños, niñas, jóvenes y mujeres; NO tenemos policías eficientes, capacitadas y determinadas a combatir bajo distintas formas esos crímenes; No tenemos un marco legal operativo, práctico que permita a las policías y a los ciudadanos moverse con seguridad; No tenemos un sistema de justicia que responda a esas necesidades; NO tenemos un debate de altura sobre el fenómeno entre partidos, gobierno y oposición, sectores sociales.
Pensar que el crimen organizado y sus manifestaciones violentas es responsabilidad exclusiva del presidente de la república, es no entender muchas cosas de las violencias y parece, como todo en este momento, la más burda y artificial campaña de propaganda electoral.
