Jesús Utrilla | NV Noticias
La preocupante disminución de los polinizadores, como abejas, mariposas y escarabajos, es una realidad alarmante que amenaza la salud de los ecosistemas.
Desempeñan un papel vital en la polinización de plantas, contribuyendo directamente a la reproducción de muchas especies vegetales, incluyendo aquellas que constituyen la base de la alimentación.
Sin embargo, Oscar Espino Contreras, experto en orquídeas, dijo que la principal amenaza que enfrentan los polinizadores es la pérdida de hábitat debido a la expansión urbana, la agricultura intensiva y el cambio climático.
La destrucción de entornos naturales reduce la disponibilidad de flores y lugares de nidificación, afectando negativamente a las poblaciones de polinizadores.
“El uso de agroquímicos acaba con los insectos sobre todo las abejas que están más latentes a desaparecer por estas prácticas agrícolas del uso de químicos. Hablamos de prácticas agrícolas masivas e invasivas como usos químicos que no solo matan abejas sino muchos insectos”.
El uso excesivo de pesticidas agrícolas es otro factor significativo que contribuye a la disminución de estos insectos esenciales.
Muchos de estos productos químicos afectan directamente a los polinizadores, comprometiendo su salud y supervivencia.
El cambio climático también juega un papel relevante, afectando la sincronización entre la floración de las plantas y la actividad de los polinizadores.
Las alteraciones en los patrones climáticos pueden desencadenar desajustes temporales, lo que dificulta la relación entre las plantas y sus polinizadores.
“Debemos decir que hay mucha variedad de insectos polinizadores y de abejas pero además también existen insectos que complementan en la cadena de polinización. Nuestros amigos apicultores nos han señalado problemáticas que les han impactado como el cambio climático y los cambios bruscos de temperatura que va haciendo que las condiciones sean adversas para los insectos y disminuya su producción de miel”.
La pérdida de polinizadores tiene consecuencias directas en la seguridad alimentaria, ya que muchas frutas, verduras y frutos secos dependen de la polinización para su producción.
La reducción de estas poblaciones no solo afecta la biodiversidad, sino que también amenaza la disponibilidad de alimentos esenciales para los seres humanos y otros animales.