El narcotraficante Sergio Enrique Villarreal Barragán, El Grande, continúa declarando en el juicio en Estados Unidos contra Genaro García Luna. El capo compartió detalles del enfrentamiento entre cárteles y de la relación cercana que estos tenían con funcionarios de seguridad en México, específicamente con el ex secretario de Seguridad Pública.
Un secuestro de los Beltrán Leyva a Genaro García Luna, uniformes falsos de la SIEDO y cocaína falsa entregada a autoridades portuarias del puerto de Manzanillo para intercambiarla por una decomisada, forman parte de lo relatado por El Grande en la Corte Federal del Distrito Este de Nueva York.
El testigo reveló algunos de los avisos que les enviaban comandantes de la Agencia Federal de Investigación (AFI) o de la Secretaría de Seguridad Pública para evitar que fueran detenidos.
“Un ejemplo fue en la boda de La Barbie (Édgar Valdez Villarreal) en Acapulco. Ballardo nos avisó que harían un operativo así es que, aunque la fiesta se hizo, no fue nadie, ni siquiera el novio”, se quejó.
El Grande confesó que Genaro García Luna les había dado el contacto de un ciudadano de Israel en la Ciudad de México para comprar equipo de espionaje. Pero lo que despertó la atención en la audiencia fue que presuntamente Arturo Beltrán Leyva secuestró al ex secretario de Seguridad en una carretera en Morelos.
“Ya habían capturado a Alfredo Beltrán Leyva, El Mochomo, y como cada que Arturo hablaba con El Chapo y El Mayo nos caía el Ejército, es cuando nos dimos cuenta de la traición”. Así es que se llevaron a García Luna a una casa de seguridad en Morelos donde le reclamaron sobre su preferencia sobre la fracción contraria “pues García Luna ya no nos quería responder las llamadas”. Finalmente los soltaron, pero antes quitaron a los guardias del funcionario todos los cargadores de sus armas.
—¿Y Arturo Beltrán Leyva siguió pagando al acusado luego de ese secuestro?- inquirió la fiscal.
—Sí, respondió lacónico el testigo antes de agregar que Arturo Beltrán Leyva, “se había ofrecido pagar todos los sobornos del cártel, con tal de que cesaran lo que él consideraba eran ataques sobre su grupo.
El Grande recordó la orden dada por Arturo Beltrán Leyva de mandar matar a los comandantes que trabajaban para El Chapo y El Mayo Zambada. “Conseguimos las llaves de la casa de Edgar Millán y un “pistolero lo esperó dentro y lo mató”.
Insistió que Beltrán Leyva ordenó matar al Jesús El Rey Zambada, quien estaba a cargo de las operaciones en la Ciudad de México, pero como Sergio Villarreal les recomendó que no lo hiciera, pues le parecía una mala idea, entonces pactaron entregarlo a las autoridades.
Luego de que este mismo testigo asegurara haber infiltrado al grupo de El Rey, “fuimos con uniformes de la SIEDO a uno de sus domicilios donde luego de un enfrentamiento los detuvimos” dijo antes de relatar cómo después entregaron a la policía de la ciudad de México y a verdaderos agentes de la SIEDO al detenido.
El Grande refirió cómo en el 2006 los cárteles hicieron una tregua “y nos repartieron el país trabajando muy bien y aumentando las ganancias”, pero luego lamentó que dicho periodo de paz “no duró ni un año”.
En algún momento tomó ritmo hablando de traiciones, secuestros, asesinatos, todo, presumiblemente, bajo la mirada complaciente de las fuerzas de seguridad encabezadas por Genaro García Luna y su organigrama más directo, primero en la Agencia Federal de Investigaciones, y posteriormente en la Secretaría de Seguridad Pública.
Un episodio curioso relatado en la Corte sucedió luego de que fuerzas federales no querían liberar un decomiso de cocaína hecho a la asociación del Lobo Valencia y los Beltrán Leyva.
“Entonces en un rancho donde entrenábamos sicarios también preparamos cocaína falsa” dijo el testigo quien detalló cómo hacían dicha mezcla con “harina y azúcar, humedecidas con acetona y éter, aplicándoles barniz para que brillara una vez ya seca”. Dicho cargamento lo llevaron al Manzanillo para cambiarla por la cocaína verdadera.
“Después de eso, Arturo (Beltrán Leyva) estaba muy contento pues había recuperado su cargamento casi sin pérdida”, recordó El Grande.
Fuente: Milenio