Edgard González Suárez
En una de tantas jugadas maquiavélicas que propone la presidencia de la república, Ricardo Monreal, aún coordinador de la Junta de Coordinación Política del senado, ha tenido que doblegarse a la fuerza institucional y social del presidente López Obrador. La megamarcha del 27 de noviembre, encabezada por el propio mandatario, dejó claro que el proyecto redistribucionista de la 4T, está suficientemente avalado y apoyado por la población y dejó claro, a nivel nacional, que las columnas que sostienen a la presidencia están en la población y sus regiones, en las clases populares, en el proyecto político propuesto y en el arrastre y carisma de López Obrador.
Uno de los primeros damnificados de la marcha fue sin duda el senador Ricardo Monreal, quien no solo fue linchado políticamente por las huestes más radicales del Obradorismo, sino que quiso aparecer como distante de esa convocatoria, y en los hechos sumarse a las críticas de una oposición estupefacta que solo rumiaba su rabia y su dolor por ese golpe, debajo del cinturón, que les propino esa manifestación y forma de expresión política.
Frente a los hechos políticos el discurso monrealista de seguir insistiendo en que hay que poner límites al presidencialismo, apostar por una reconciliación, de la que solo se beneficiaría la derecha neoliberal y tratando de hacer del senado una cámara reflexiva, deliberativa y propositiva se desmoronaba poco a poco.
En una contribución anterior, precisamente y a propósito de Monreal, decíamos que precisamente, cuando un régimen presidencial no tiene mayoría en las cámaras, su principal deber es negociar coaliciones legislativas para poder poner en marcha el programa político que lo llevó al poder. “Negociar” coaliciones legislativas, es acordar, concertar, escuchar, consensar, pero no claudicar, ni ceder el poder que se ganó en las urnas y se refrenda día a día, con marchas o sin marchas.
López Obrador a diferencia de Monreal, prevé nubarrones y tropiezos en el proyecto de la 4T, si cede o abre la puerta, o una rendija, nuevamente a los globalistas neoliberales, esos que soñaron con un mundo, con un credo, una filosofía, un sistema jurídico, un solo sistema económico, y un solo poder hegemónico. Los concentradores del poder y de la riqueza no ceden ni en sus principios, ni en sus ideas, ni en sus proyectos. Con ellos, lo ha dejado claro López Obrador, no hay ni habrá reconciliación. En cambio, Ricardo Monreal, fue exhibido no solo como aliado de esos intereses, sino promotor precisamente de esa “reconciliación”, esa con la que se opuso al presidente López Obrador en sendo discurso, el 19 de noviembre, en la Arena México y que hasta el día de ayer sostenía que “era su forma de pensar y no iba a cambiar”. Por dar apertura a los “reconciliadores”, Lula acabó en la cárcel, Dilma destituida, Evo Morales exiliado, Pedro Castillo maniatado y a punto de ser destituido, Rafael Correa traicionado y luego perseguido por la justicia neoliberal internacional.
Con el discurso de la reconciliación, ahí, en la Arena México, Ricardo Monreal quiso medir fuerzas entre dos proyectos, la transformación con principios o la reconciliación con los corruptos, y ahí Ricardo Monreal, en lugar de brillar, comenzó su debacle y su fundición.
La oposición neoliberal marchó el 13 de noviembre y según CNN en español, marcharon 200 mil personas en apoyo de “Va por México” y en contra de la reforma del INE.
El 19 de noviembre, Monreal, concentra en la Arena México, a 12 mil personas, según Milenio, y llama a sus seguidores a la reconciliación de los mexicanos.
En una semana, del 13 al 19, los neoliberales mostraron su fuerza y su “prestigio”, lo más llamativo, en la marcha del 13, fue el odio clasista y racista hacia el presidente López Obrador y a sus seguidores. En el evento del 19, Monreal, llama a desterrar la polarización que vive el país, al que considera el “veneno” que divide a los mexicanos.
Las manifestaciones neoliberales, la del 13 y la del 19 fueron orquestadas y negociadas por Dante delgado, Ricardo Monreal, Alito Moreno, Marco Cortés, Claudio X. González, Santiago Creel y un Jesús Zambrano, que no solo va de ñapa, sino que se sabe incomodo y aislado.
Monreal propuso, desde el 4 de octubre, qué si la Cámara empezaba la revisión de la iniciativa de reforma al INE, habría que movilizarse. El PAN y Claudio X, sostuvieron que con análisis o sin análisis era buen momento para golpear a López, donde más le duele, la movilización ciudadana. El 25 de octubre, las comisiones respectivas de la Cámara de Diputados comenzaron el análisis de la iniciativa.
Y en una especie de Pinza, Claudio organizó la marcha y Monreal su concentración por la reconciliación, una tijera que pensaron acorralaría a López obrador, y desechar la reforma electoral seria la segunda derrota legislativa de Morena y sería una victoria para la alianza neoliberal.
¿Qué pasó desde aquel 11 de octubre, cuando López Obrador mencionó por primera vez que Monreal era un aspirante a la presidencia de la república?, pues que se filtraron los audios y videos de las visitas, encuentros y frutos de la conspiración neoliberal. Le avisan a Adán Augusto, secretario de gobernación, que ese, ese, con quien negoció la reforma a la Guardia Nacional, ese es precisamente el que coordina parte de las movilizaciones programadas para noviembre, y ahí, no solo el secretario de Gobernación, sino el propio Presidente López Obrador, deciden revertir y descarrilar, de una vez por todas, los planes de la derecha opositora.
Sabedor de la estrategia Monrealista y opositora, tres días después de la marcha de la derecha, López Obrador convoca a una marcha para el día 27 de noviembre, convoca a una megamarcha que el mismo encabezará para pedirle al pueblo de México demuestre su apoyo al programa político y al proyecto de transformación de la 4T.
El día 27 de noviembre, López Obrador encabeza una marcha, que según el gobierno de la Ciudad de México reunió 1.2 millones de personas. Según la prensa extranjera, una movilización “impresionante” de más de medio millón de personas.
López Obrador, con la movilización del día 27, como dijo, revertió y a descarriló la estrategia opositora, sin fuerza, sin prestigio, sin candidatos, sin discurso, sin apoyo de la embajada americana, les ganó la partida y allí, si Monreal pretendía ser él el candidato de la coalición Neoliberal, el candidato de la reconciliación, ahí empezó su debacle, fue la marcha que acabó por fundir a Monreal.
