Edgard González Suárez
Hace cuatro meses te dije aquí que la Guerra en Ucrania tenía cuatro facetas, la militar, la económica, la geopolítica y la propagandística. También dije que en el terreno militar Ucrania estaba destinada a la derrota, que no se veía cómo ni por donde Ucrania podría vencer a la Federación Rusa. La desigualdad de recursos militares y tecnológicos es pasmosa, y la planeación de la ofensiva (características, tiempos, lugares, intensidad, etc.), estaba a cargo de uno de los ejércitos más poderosos de la tierra. En este sentido, desde un punto de vista estrictamente militar la guerra la tenía dominada y administrada totalmente a su favor la federación eslava.
La semana pasada, en un intento desesperado por entregarle algún triunfo a Joe Biden, para ver si puede mantener la mayoría de los demócratas en el Congreso, las fuerzas anglo-británico-ucranianas intentaron sabotear el puerto de Sebastopol en Crimea, con uno de los resultados más desastrosos de la guerra. No solo la federación contuvo el ataque, sino que generó tal reacción que ahora casi en todas las zonas territoriales reclamadas por Rusia, los ucranianos han tenido que retirarse humillados, sin equipo ni armamento, han tenido que entregarse al ejército ruso, o han muerto por miles en el campo de batalla.
Datos no confirmados, aseguran que, las bajas ucranianas en estos 8 meses de combates, ha sido del orden de los 300 mil hombres, lo que ha dejado agotada en recursos humanos a Ucrania, y los mercenarios empiezan a desertar de ese macabro juego de las potencias occidentales.
Los combates y las destrucciones han dejado sin luz, y sin agua potable a casi toda Ucrania, tanto en la zona que mantiene una presión constante en Kiev, en el Donbás, al nororiente del país, en la parte centro-oriental de Ucrania (Mariupol y Kherson), y ahora, ante los ataques al puerto de Sebastopol, Rusia podría tomar el control del puerto de Odesa. Parece ya descartada una reacción ucraniana y a decir de la propia prensa occidental, Europa misma empieza aceptar lo inevitable, una victoria indiscutible de Rusia para imponer las mismas condiciones políticas que mantuvo desde 2014.
En ese año, Alemania, Francia, Ucrania y Rusia firmaron un acuerdo protocolario para detener los enfrentamientos armados en Ucrania en la ciudad de Minsk, Bielorrusia. Ese acuerdo refrendaba:
- Un alto al fuego en la región prorrusa del Donbás
- El retiro de todas las fuerzas militares de la región.
- Elecciones anticipadas en las regiones separatistas.
- Un estatuto especial para la región –descentralización del poder-.
- Liberación inmediata de todos los secuestrados y de todas las personas detenidas ilegalmente.
- Una ley sobre la prevención de la persecución y el castigo de las personas relacionadas con los hechos que han tenido lugar en algunas áreas de Donetsk y Lugansk, excepto en los casos de delitos que sean considerados graves.
- La continuación del diálogo nacional inclusivo.
- Toma de medidas para mejorar la situación humanitaria en la región del Donbás.
- Retirada de los grupos armados ilegales, equipo militar, así como de los combatientes y de los mercenarios de Ucrania.
- Aprobación del programa de recuperación económica y reconstrucción de la región del Donbás.
- Garantizar la seguridad personal de los participantes en las negociaciones.
Si podemos observar todo el protocolo trata de la región del Donbás, el alto al fuego, retirada de grupos militares de la zona, elecciones anticipadas en la región y la elaboración del estatuto especial –es decir, descentralización y autonomía de la región-. Sin embargo, todo parece indicar que Zelensky, seguro por instrucciones norteamericanas, no solo rompió los acuerdos, sino que intensificó la persecución de los grupos independentistas pro-rusos, evitó las elecciones anticipadas, no desmilitarizó la zona, y nunca estuvo dispuesto a generar un estatuto especial para la región del Donbás. Ante el avance de la violencia en la zona sobre la población pro rusa, y desculturización rusa iniciada en la zona por el régimen de Zelensky, el Kremlin tuvo que iniciar una operación militar e imponer nuevas condiciones al régimen de Kiev. Lo que significó una derrota político y militar para Ucrania, para Zelensky, para la UE y para los EEUU.
Mencionamos también, que Ucrania tiene derecho a ser una nación independiente, siempre y cuando no se convierta en una amenaza para la federación rusa. Para ello, debería ejecutar modificaciones constitucionales para, mantenerse neutral, desarmada y detener la xenofobia antirrusa organizada por la extrema derecha ucraniana. Sin embargo, todo parece indicar que toda la zona del oriente norte y sur de Ucrania pasará a manos de Rusia. El centro y occidente del país, incluido Kiev, podría acabar en un estado asociado a Polonia, o en su defecto, Ucrania podría ser partida en tres partes, una Rusa, una Polaca y una Ucraniana, perdiendo la zona costera del mar de Azov, el mar negro y el puerto de Odesa, que Rusia reclamaría para la federación, pero limitando, con la ocupación polaca, para enfrentarse a la OTAN en caso de ser necesario, y una muy debilitada y exigua Ucrania, que mantendrá Kiev pero con un país deshecho y endeudado. Sin duda, a Guerra acabará con Ucrania tal y como la conocimos.
