Es la película más popular de cuantas se pueden ver actualmente en Netflix, pero no ha recibido el abrazo de la crítica.
La escuela del bien y del mal es, quizá, la cinta más fallida de su director, Paul Feig, y ni siquiera un reparto con nombres como los de Charlize Theron, Michelle Yeoh, Kerry Wahington o Cate Blanchett –la voz en off que narra la historia que se alarga en pantalla casi tres horas– ha conseguido hacerla funcionar.
La historia se desarrolla como continúa: una escuela de magia ofrece formación a los futuras heroínas y villanas de los libros de cuentos que todo el mundo conoce. Basada en una exitosísima saga de libros para jóvenes adultos escrita por Soman Chainini, la traslación a la pantalla se ha traducido en un batiburrillo que recuerda irremediablemente a otras franquicias de la misma temática y mucho mejor resueltas, como Harry Potter. Pero hay algo que sí ha conquistado a la audiencia. Su vestuario y el diseño de producción del largometraje han sido lo más aplaudido.
Renée Ehrlich Kalfus es la responsable de idear el armario de las protagonistas. Cada estilismo juega con la personalidad del personaje al que cubre. Según recoge Tudum, la publicación que ahonda en los detalles de las producciones de la plataforma de streaming, han sido cerca de mil los vestidos que se han diseñado a medida y 750 zapatos, botas y joyas. La diseñadora pensó en cómo la imagen de cada una de las mujeres que aparecen en pantalla tenía que llegar más allá de lo que lo hacían los diálogos para explicar la historia. Así, el look de Lady Lesso, el personaje al que encarna Charlize Theron, debía reflejar el lado oscuro de la escuela, con un abrigo negro, camisa de cuello exagerado y corbata también negra. Tal fue el compromiso con esta apariencia, que el personaje no cambia de ropa en todo el metraje por expreso deseo de la actriz. Kerry Washington, por otro lado, utiliza para el personaje de la profesora Dovey un estilismo barroco en colores empolvados con joyas excesivas, como fiel reflejo de la personalidad del personaje.
Otro de los retos a los que se tuvo que enfrentar Ehrlich Kalfus a la hora de abordar el diseño de vestuario de La escuela del bien y del mal fue el de vestir a las hadas. En sus palabras, el reto que entrañaba imaginar a personajes que iban a ser reducidos gracias al departamento de efectos especiales, era grande. En otras películas, este juego con el ordenador daba lugar a situaciones grotescas y caricaturescas, algo que quiso evitar a toda costa. Por ello, utilizó una tela ligera para las faldas que combinó con corsetería confeccionada en piel para la parte de arriba, lo que compuso unos estilismos que conseguían movimiento natural en pantalla.
La película puede no haber funcionado todo lo bien que se esperaba en términos generales de calidad, pero sí ha conseguido que se hable del vestuario con unanimidad: es de lo mejor de la cinta. La trayectoria de la figurinista ya daba idea de que esto podía suceder. Ehrlich Kalfus consiguió el Premio del Sindicato de Diseñadores de Vestuario por su trabajo en Figuras Ocultas y estuvo nominada al BAFTA en su categoría por el trabajo al frente del armario de Chocolat, la película que en 2000 protagonizaron Juliette Binoche y Johnny Depp. Lleva treinta años como encargada de vestir a los personajes de películas y es una de las profesionales mejor valoradas de su campo.
Fuente: Vogue
