Edgard González Suárez
Es más que obvio que el intento, hasta ahora fallido, de la derecha conservadora fue deslegitimar al presidente de la República, acusándolo de todo, fustigando a sus familiares más cercanos e incluso tratando de infundirle dolor al golpear mediáticamente a su esposa y pequeño hijo. Nada de eso ha podido menguar los niveles de aceptación y popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
Luego, probaron deslegitimar las políticas públicas y las decisiones del programa de gobierno de la 4T: La política de bienestar, las becas, los apoyos al campo, a los adultos mayores, la reforma al sistema de salud, el INSABI, los proyectos de infraestructura, el Nuevo Aeropuerto Felipe Ángeles, la refinería dos bocas, el Tren maya, incluso a sabiendas de que sus resultados prácticos se verán en dos o tres años, el intento fue descalificar todo intento por llevar a cabo el programa de gobierno al que se comprometió el ahora presidente de este país. Nada de eso pudo menguar los niveles de aceptación y popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
Al mismo tiempo, se reagruparon, los intelectuales orgánicos de la derecha (De Mauleón, Aguilar Camín, Loret de Mola, Zuckerman, Adela Micha, Riva Palacio, Ciro Gómez Leyva, Marín, Castañeda, Ferriz de Con, y otros 50 nombres más del panteón del conservadurismo neoliberal) para que, desde los medios de comunicación y las redes sociales, saturar y atiborrar el espacio público y digital con mentiras, recreaciones, acusaciones, interpretaciones y, no podrían faltar, los montajes al mejor estilo de la casa. Nada de eso pudo menguar los niveles de aceptación y popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
En un acto desesperado, no solo se anidó, sino que el huevo de la serpiente fascista eclosionó y, vio nacer, como una mala copia del VOX español, al VOX mexicano, representado por Julen Rementeria, Lilly Téllez, Alejandra Reynoso, Raúl torres, y 25 personas más, entre senadores y diputados, en su mayoría panistas, que firmaron la famosa carta “contra el comunismo” un panfleto madrileño promovida por la extrema derecha española. Nada de eso ha podido menguar los niveles de aceptación y popularidad de Andrés Manuel López Obrador.
También intentaron, frente a la fuerza política y entre el imaginario social del proyecto de la 4T, los conservadores, que siempre chillan y berrean para que no se les nombre ni se les designe como lo que son, la línea defensiva del neoliberalismo conservador, decidieron conformar un bloque opositor parlamentario que tendría como objetivo detener cualquier iniciativa del Gobierno Federal que ponga en peligro al país. Apoyados en su minoría parlamentaria, y no teniendo el Gobierno federal, la mayoría calificada, decidieron sabotear toda iniciativa legislativa del gobierno de López Obrador. Cuando el Gobierno Federal se dio cuenta, el montaje de la traición en las cámaras legislativas, mostraron qué en efecto, qué para la oposición, no había de otra, más que detener toda iniciativa legislativa del presidente.
Finalmente, y apenas el Gobierno rompió el cerco legislativo, la derecha reaccionó intentando fracturar la alianza del Gobierno Obradorista con los Militares. Primero fue la discusión de la Guardia Nacional, y el supuesto proyecto para militarizar al país, creando así, según esa interpretación la posibilidad de que se abra el espacio a una dictadura comunista. Generando las más amplias carcajadas de los sectores populares, intelectuales y trabajadores del país. Después fue la coyuntura del informe sobre los 43 normalistas de Ayotzinapa, para volver a fustigar al Gobierno, e insistir en fracturar la alianza de AMLO con el ejército, acusando directamente al Ejército Mexicano de genocida y de ser el responsable de dicha ejecución. Y ahora, un supuesto grupo de hackers o piratas cibernéticos extranjeros obtuvo informes de la SEDENA donde se menciona un supuesto estado de salud muy delicado del presidente del país.
La orquesta mediática no se hizo esperar: Latinus, Reforma, Universal, Milenio, el Financiero, estaciones de radio, televisión y redes sociales inundaron el espacio público con dos focos centrales: El presidente está en riesgo y los mexicanos no lo sabemos, y dos, la SEDENA fue jaqueada por sus inoperantes niveles de seguridad cibernética, con dos inferencias por demás absurdas: La SEDENA sabe del delicado estado salud del Presidente, y solo esperan su muerte para dar un golpe de Estado, y si la SEDENA no puede proteger sus sistemas de información, no puede manejar ni a la Guardia Nacional y mucho menos al país.
Como lo podemos apreciar, han intentado de todo, la lucha por el país se agrava, las minas legislativas, opositoras o mediáticas seguirán hasta la elección presidencial, el gobierno debe no solo endurecer y fijar su posición, sino desactivar todas las minas. Por lo menos hasta el día de hoy, nada de eso ha podido menguar los niveles de aceptación y popularidad de Andrés Manuel López Obrador. Mantiene un firme 65% de apoyo y popularidad. Pero esto sigue, y tomara otros tintes a medida de qué se cierre este sexenio.
