El gobierno británico de Boris Johnson enfrenta 27 dimisiones en un contexto de crecientes escándalos, colocando al actual primer ministro debilitado, aunque sostuvo que seguirá adelante en un cargo, descartando que se realicen elecciones anticipadas, aunque que cada vez más pende de un hilo.
En la sesión semanal de preguntas en el Parlamento, lanzó una caótica defensa de sus logros desde que llegó al gobierno hace tres años y de los problemas que quedan por resolver, como la acuciante crisis por el coste de la vida.
“El trabajo de un primer ministro en circunstancias difíciles, cuando se ha recibido un mandato colosal, es seguir adelante y eso es lo que voy a hacer“, afirmó.
El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer, lo acusó de dar un “espectáculo patético” en “el último acto de su carrera política”.
El martes por la noche, los ministros de Salud, Sajid Javid, y de Finanzas, Rishi Sunak, anunciaron casi al mismo tiempo sus dimisiones. Les siguieron más de una quincena de otros miembros del gobierno, de menor rango, en una sangría que continuó el miércoles con varios secretarios de Estado.
Entre ellos, Will Quince, responsable de infancia y familia, afirmó “no tener otra opción” tras haber transmitido en los medios informaciones “inexactas” proporcionadas por la oficina de Johnson.
Hay otros cinco secretarios de Estado dimitieron hoy del gobierno de Johnson en una carta conjunta, elevando a 27 el número de conservadores que renuncian desde el martes en protesta contra el controvertido primer ministro británico.
“De buena fe, debemos pedirle que, por el bien del partido y del país, se haga a un lado“, afirmó el quinteto en su carta, cuando se multiplica los llamados a la dimisión de Johnson entre las filas de su propio Partido Conservador.
Otros miembros del ejecutivo, fieles a Johnson, defendieron el balance político del líder, que por la tarde debía comparecer ante el denominado “comité de enlace”, formado por los presidentes de las diferentes comisiones parlamentarias, entre ellos algunos de sus más acérrimos detractores en el seno de su Partido Conservador.
Johnson es conocido por su extraordinaria habilidad para salirse de situaciones difíciles, pero una serie de acusaciones lo han llevado al borde del precipicio, y algunos legisladores oficialistas temen que un líder conocido por su afabilidad podría llevarlos a la derrota electoral.
Muchos temen también que un Johnson debilitado, que apenas sobrevivió a un voto de retiro de confianza el mes pasado, no pueda gobernar en una época de tensiones económicas y sociales crecientes.
En la sesión parlamentaria semanal de Preguntas al Primer Ministro el miércoles, legisladores laboristas le gritaron “¡váyase, váyase!”
Para peor, miembros de su propio Partido Conservador lo enfrentaron. El legislador Tim Loughton le preguntó si había algo que pudiera llevarlo a renunciar, mientras que otros integrantes escuchaban en silencio, sin brindarle apoyo.
Este interrogatorio fue el primero de dos desafíos en la jornada. Aún le aguardaba una comparecencia programada hace tiempo para responder a las inquietudes de una comisión de legisladores jerárquicos.
Fuente: Milenio