Gladys de L. Pérez Maldonado
El Día del Padre es una celebración que se origina en los Estados Unidos en el año de 1909, cuando Sonora Smart Dodd quiso homenajear a su padre, Henry J. Smart, un veterano de la guerra civil que enviudó a temprana edad y se hizo cargo de la educación de sus seis hijos, lo que para ella era un ejemplo a seguir, festejo que se instituyó en varios condados y ciudades.
Fue hasta 1966 que el presidente Lyndon Johnson firmó una proclamación que declaraba el tercer domingo de junio como el día del padre en los Estados Unidos. En México, esta celebración comenzó a generalizarse en los centros escolares hacia la década de los 50’s.
La Paternidad es un concepto que procede del latín paternitas y que refiere a la condición de ser padre. Es la relación jurídica entre el padre y su hija o hijo, como procreador biológico, como adoptante o como tutor legal, que genera una serie de derechos y deberes recíprocos.
De acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 llevado a cabo por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México hay 44.9 millones de hombres de 15 años y más. De ellos, 21.2 millones (47%) se identificaron como padres de al menos una hija o un hijo que reside en la misma vivienda.
La edad promedio de los padres fue de 45 años. El 25% de la población que reportó ser papá, tenía entre 30 y 39 años y el 26% indicó tener entre 40 y 49 años de edad, 35% reportó contar con más de 50 años, 13% está en el grupo de 20 a 29 años y 1% de los padres identificados tiene entre 15 y 19 años.
De los padres de familia, 56% contaba solo con estudios de educación básica, 21% con nivel medio superior, 19% con estudios de nivel superior y el 4% indicó no tener escolaridad alguna.
Del total de padres, 18.4 millones pertenecían a la Población Económicamente Activa (PEA). De ellos, 97% estaba ocupado en alguna actividad económica, el resto (3%) se reportó como desocupado.
Acorde con el Censo de 2020 del INEGI, 23.5 % de los padres de familia identificados en la vivienda se encuentran casados o en unión libre, 5.9% declararon haber estado alguna vez unidos, pero en la actualidad están separados, divorciados o viudos; mientras que sólo 0.5% son padres solteros.
El 47% de los hogares en México carecen de figura paterna, el padre está ausente en cuatro de cada 10 hogares. En total, en 11.4 millones de hogares falta el padre.
No obstante estos datos, cuando se realiza la encuesta del INEGI, a diferencia de las mujeres, a los hombres no se les pregunta si tienen hijos vivos o si tienen relación con ellos.
De manera que no se cuenta con datos relativos a si los que se dijeron ser padres -biológicos o adoptantes- están pendientes del cuidado, manutención, educación y todo lo que conlleva a una paternidad responsable en conjunto con la correspondiente a la madre, o si en realidad los que dijeron no tener hijos, es porque los tienen en total abandono.
La realidad es que hay padres que abandonan a sus hijas e hijos, que dejan su responsabilidad y eligen marcharse del vínculo familiar, lo que crea auténticos traumas en los pequeños, las heridas de estas vivencias son profundas y, a menudo, permanentes.
La psicóloga Valeria Sabater, sostiene que el abandono de un hijo no es una decisión momentánea, no es algo por lo que se opte de un instante a otro. Por lo general, suele haber un largo proceso de meditación y reflexión en el que, por las razones que sean, se opta por la más dramática.
Sabater indica que los desencadenantes más habituales son la pobreza, los bajos recursos y la exclusión social, el abuso de drogas, el alcoholismo, los embarazos no deseados, pues hay parejas que acaban teniendo un hijo sin haberlo planeado y tarde o temprano el hombre opta por dejar el hogar de manera definitiva. Así también, hay padres inmaduros carentes de instinto de cuidado, que no asumen la responsabilidad paterna y también huyen.
No se puede dejar de mencionar como un detonante del abandono de las hijas y de los hijos, las desavenencias de pareja, las separaciones conyugales, los divorcios complicados, la dificultad para llegar a acuerdos en la manutención o custodia de los menores, que desemboca por un lado, en hacer sentir culpable a las y a los hijos de ese abandono definitivo o cuando el padre reinicia su vida con una nueva pareja estableciendo otra familia y opta por dejar de formar parte de la vida de los hijos procreados o asumidos como tales con anterioridad.
Qué decir de los padres que a través de las y los hijos ejercen Violencia Vicaria a la madre, sustrayéndolos de su lado, alineándolos en contra de ella, sin motivo verdadero, únicamente el desprecio y odio contra de la ex pareja, que además en muchas ocasiones ni siquiera les proporcionan las debidas atenciones de cuidado y sólo lo hacen para lastimar a la mujer, dañando psicológicamente de manera irreversible a los menores.
En el marco de la celebración del Día del Padre, desde este espacio hacemos un llamado a la reflexionar que la ausencia y abandono de las hijas y los hijos es un abismo incurable en sus vidas y una herida imborrable en el adulto que ha tenido que crecer con ese vacío…