Luis Pazos
Una bandera utilizada por muchos políticos es la reducción de la desigualdad y alcanzar una igualdad de ingresos. Esa retórica sirve para justificar aumentos progresivos de impuestos a los ricos y con esos recursos, reducir teóricamente la desigualdad mediante la repartición de dinero por los gobernantes a los pobres. Ese objetivo no solo está en la agenda de la izquierda, hay sacerdotes, empresarios e intelectuales de buena fe que ven como un mal social la lógica desigualdad de ingresos en el camino hacia el progreso.
El verdadero problema social a superar no es la desigualdad de ingresos, sino la pobreza. La experiencia nos enseña que generalmente el proceso de la reducción de la pobreza va acompañado de un aumento de la desigualdad.
Los pobres quieren progresar, no ser iguales, aunque gobernantes demagogos los hacen creer que la repartición igualitaria de la riqueza por el Estado es más equitativa que la del mercado y justifican con ese mito el capitalismo de Estado.
La igualdad que se debe buscar en un país democrático es ante la ley y de oportunidades, no la mítica, pero redituable políticamente, igualdad de ingresos.
China, en 1981, todavía con la estructura socialista de Mao, según el Índice de Gini, tenía un 28.8 de desigualdad, lo que significa que prevalecía una gran igualdad. En el Índice de Gini, entre menor es el número, más igualdad, y a mayor número, más desigualdad. Al abandonar de hecho el socialismo, abrir las Zonas Económicas Especiales o islas de capitalismo, que implican bajos impuestos, flexibilidad laboral y libertad de producción, China aumentó la desigualdad hasta al 38.5 (2016), según el Índice de Gini, pero salieron de la pobreza más de 700 millones de chinos.
El estado de California tiene un alto grado de desigualdad, un 48.9, mayor al de México, 45.4, pero con un ingreso promedio por habitante nueve veces mayor al de México. En ese estado de la Unión Americana millones de mexicanos ganan en una hora lo que muchos mexicanos reciben de salario por varios días en su país. Los envíos de dólares por trabajadores mexicanos en California representan casi 50 por ciento de las remesas que llegan a México, más de lo que recibimos por exportaciones de petróleo. Hay que reducir la pobreza, y no engañar al pueblo con el mito de la igualdad de ingresos, que solo justifica más impuestos y una repartición de dinero por los gobernantes para ganar votos, sin reducir estructuralmente la pobreza.