Cuando Estados Unidos dijo el año pasado que sería el anfitrión de la Cumbre de las Américas 2022, el Gobierno tenía esperanzas de que el evento ayudaría a reparar el daño de la era Trump en las relaciones y reafirmaría la primacía de Estados Unidos sobre China en América Latina.
En la antesala de la reunión, sin embargo, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, enfrenta problemas para lograr que una cumbre plagada de problemas sea un éxito incluso antes de que comience.
La discordia ideológica sobre a quién invitar, el escepticismo sobre el compromiso de Washington con la región y las bajas expectativas de acuerdos importantes en temas como migración y la cooperación económica pesan, dicen funcionarios y analistas.
“Los estadounidenses básicamente malinterpretaron la situación al no haber previsto que habría un alboroto sobre quién asistiría”, dijo Andrés Rozental, exvicecanciller mexicano.
Un funcionario estadounidense, que habló bajo condición de anonimato, admitió que los preparativos fueron “más complicados de lo que imaginamos”. Los eventos de nivel inferior comienzan el lunes.
Biden tiene previsto llegar el miércoles a Los Ángeles para inaugurar formalmente la primera cumbre organizada por Estados Unidos desde 1994. A pesar de las preocupaciones apremiantes como la inflación, los tiroteos y la guerra en Ucrania, Biden tiene como objetivo volver a comprometerse con los vecinos del sur para forjar una visión común tras años de relativo abandono bajo el eslogan de “Estados Unidos primero”, de su predecesor Donald Trump, quien se saltó la última cumbre en Lima en 2018.
Esas esperanzas se han visto golpeadas por la disputa sobre quién asistirá. Como anfitrión, Estados Unidos puede elegir a quién invita, pero los primeros planes indicaban que Cuba, Venezuela y Nicaragua serían excluidos bajo el argumento de que son antidemocráticos.
Eso molestó a algunos líderes, incluido el presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, quien dijo que no viajaría a menos que todos los países de las Américas fueran invitados, una postura de la que se hicieron eco otros líderes. Washington ha descartado la asistencia de los Gobiernos de izquierda de Venezuela y Nicaragua.
No está claro si Cuba podría estar representada. La mayoría de los presidentes han indicado que asistirán de todos modos, pero el rechazo que provocó la medida sugiere que muchos países latinoamericanos ya no están tan dispuestos a seguir el liderazgo de Washington sin cuestionamientos.
Fuente: Milenio
