Edgard González Suárez
Decíamos en una entrega anterior que el caso de Debanhi Escobar Bazaldúa catapultó la auténtica desgracia y tragedia que vive el Estado de Nuevo León donde según los colectivos de búsqueda, organizaciones feministas y cifras oficiales, tiene en su cuenta ya más de 350 desaparecidas, todas ellas mujeres, en edades, que oscilan, entre los 12 y los 29, años de edad.
Y asegurábamos que el caso no es novedoso, ni circunstancial, sino más bien paradigmático. Es decir, nos sirve para observar un modelo de conducta en territorio neoleones y por desgracia, muy seguramente, un modelo que se sigue en varios estados de la república.
Alrededor del caso se han delineado tres posibles versiones: 1) el accidente, por ebriedad o consumo de drogas; 2) la venta de chicas a posibles consumidores como negocio de algunas estudiantes que tratan de explotar su físico; y 3) el acoso de narco-juniors sobre chicas dispuestas u obligadas a todo (fiestas, sexo, alcohol, videos y drogas).
Salvo el accidente, que ni la fiscalía de feminicidios cree, las otras dos hipótesis nos llevan hacia un mismo lugar: la trata de personas.
Según el Gobierno Federal, la trata de personas es un delito que consiste en la explotación de mujeres, hombres, niñas, niños y adolescentes con diversos propósitos, incluidos el trabajo forzoso y la explotación sexual. La Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional señala que “la captación, transporte, traslado, acogida o recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación” constituye este delito.
El diagnóstico de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos de 2017 confirma que las procuradurías y las fiscalías, federales y estatales, identificaron a nivel nacional a 5, 245 víctimas de los delitos en materia de trata de personas. En este documento, las niñas y mujeres representan el mayor porcentaje de víctimas de trata de personas con el 85%, mientras que niños y hombres solo el 15%. En cuanto a la nacionalidad 84% son mexicanos, mostrando que en México gran parte de los casos de trata se da dentro de las fronteras, es decir, el fenómeno de la trata se da mayormente de manera interna. El reporte de ese año nos dice claramente que el 70% de las mujeres, objeto de trata, son para el comercio sexual. El 17 % son usadas como esclavas laborales; en mendicidad forzada solo se señalan a dos personas; en secuestro y trata con fines de adopción ilegal aparecen solo 20; seis para matrimonio forzoso y 5 personas para trabajo o servicios forzosos. En el mismo documento se sostiene que para ese año hubo 3,344 indiciados o detenidos, es decir, según la CNDH algo mas del 60% de los casos reportados. Dentro de las evaluaciones que tiene el diagnostico señala dos que me parecen centrales para entender el fenómeno:
- La gran confusion jurídica de las instituciones para diferenciar la prostitución, el trabajo sexual y la trata de personas.
- La corrupción de las fiscalías y tribunals como factor determinante en la comisión del delito de trata.
Las estadísticas nos muestran que la desaparición y muerte de Debanhi Escobar se encuentra, muy probablemente en el ámbito de la trata y el comercio sexual. La venta de chicas a posibles consumidores como negocio de algunas estudiantes que tratan de explotar su físico, eso es trata, es muy probable que a las chicas de hoy se les haga muy emocionante esto, pero es un delito, y con el agravante, de que la trata con fines sexuales, está directamente enganchado al feminicidio. Si un grupo de amigas inicia un negocio buscando vender a otra, con o sin su consentimiento, eso es trata de personas y se persigue de oficio. Por otro lado, el acoso de narco-juniors sobre chicas dispuestas u obligadas a todo (fiestas, sexo, alcohol, videos y drogas). Si un grupo de jóvenes que salen a “comprar” chicas, porque no se quieren enredar con la prostitución profesional, y pagan para tener a su disposición a chicas que estén dispuestas o puedan ser obligadas a todo tipo de control y sometimiento sexual. Esto también es trata, comerciar el uso sexual de un tercero, es trata, según la definición internacional.
Y eso es probablemente lo que pasó, pero ¿dónde está el o los responsables?, muy probablemente no lo sepamos, las fiscalías en Nuevo León, según mi opinión, están amordazadas.
