No hace mucho Andrés Manuel López Obrador ya lo había descartado para emoción de algunos y decepción de otros. “No es precandidato a la Presidencia porque me está ayudando, no se preocupen”, dijo de su fiel escudero tabasqueño,Adán Augusto López, el secretario de Gobernación.
Era el 4 de abril y entonces el camino al edén de Palacio Nacional parecía despejado para Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard. También para Ricardo Monreal, dirán los más aventurados. Pero en política nada es seguro y algo pasó desde entonces que hoy estamos en un punto completamente distinto.
Quizá los espectaculares números que entregó el secretario en los estados en donde promovió la revocación de mandato, como en Tabasco, en donde oleadas de votantes acudieron a las urnas. O quizá que era hora de ampliar un poco la baraja. El caso es que ayer el López presidente se volvió a erigir en destapador y sumó otra corcholata a su colección de precandidatos presidenciales.
Justamente destapó al López secretario. Lo hizo ante los diputados de Morena, PT y PVEM, en un encuentro en el que se suponía los reconocerían por su labor en la aprobación de las reformas a la Ley Minera, pero que se convirtió en el lanzamiento de un competidor que a principios de este mes estaba oficialmente descartado.
En una encuesta a mano alzada, López Obrador pidió a los legisladores de su movimiento calificar la función del titular de Gobernación.
“A ver, vamos a poner a consideración, vamos a hacer una especie de encuesta, de consulta, rápida, breve. ¿Verdad —díganme si sí o no— que tenemos un buen secretario de Gobernación?”, preguntó con tono picaresco.
El resultado: aclamación. El éxtasis de la bancada. Hombres y mujeres de pie. Puños en alto. Palmas. A la pregunta, los diputados presentes respondieron al unísono con un estruendoso “¡sí!” y continuaron con una ovación.
Fue una oleada de aplausos acompañados del grito “¡presidente, presidente!, que duró poco más de 20 segundos. La duda era hacia qué López iba dirigido el pre-si-den-te, pre-si-den-te que salía de entre los asientos dispuestos en el Salón Tesorería de Palacio Nacional.
Lo único que podemos adivinar es que la aclamación iba dirigida a un López tabasqueño, por supuesto. Dudas aparte, la realidad es que ante el amor, el López secretario se regocijó en su asiento.
El cariño era patente. Se puso de pie y en uno de esos momentos que seguramente no olvida ningún político, con los brazos al lado, se dejó querer. Era el centro de un salón entero de la 4Taplaudiéndole.
Y ante la unción, ante la mano divina que ya tocó al otro hijo tabasqueño, vino la procesión de los cariños. Orondo, uno de los primero en levantarse de su lugar para mostrar su apoyo al secretario de Gobernación fue el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Gutiérrez Luna, seguido por el presidente nacional de Morena, Mario Delgado.
Fuente: Milenio