Por: Edgard González Suárez
Todo parece indicar que la Guerra en Ucrania sirvió de pretexto para que todos los involucrados hicieran sus respectivos movimientos en favor de sus intereses geoestratégicos.
Dejando la propaganda aparte, y las visiones, desde luego radicales, de los alineamientos ideológicos, la confrontación militar y económica va configurando eso que los especialistas denominan “Un Nuevo Orden Mundial”, y como decíamos la semana pasada, estaba por verse cual sería o que rostro tendría ese nuevo orden.
Para los EEUU el Nuevo orden debería ser un orden dominado por el dólar y la economía americana, una especie de fichero mundial bajo control financiero, político, ideológico y militar del imaginario y modo de vida americano. De lo que se trata es de instrumentalizar las distintas esferas de la sociedad, manteniendo en todo momento un eje dominante y dominador capaz de garantizar los valores y la ideología liberal. Es decir, un Orden que garantice la paz y estabilice un sistema de producción e intercambio, con desigualdades sí, pero sin fisuras ni convulsiones.
Y bajo este paradigma, la potencia vencedora de la II Guerra Mundial, los EEUU crearon “N” cantidad de instrumentos jurídicos y políticos para garantizar el llamado Orden Mundial de la posguerra. Y todo desafío a ese orden sería implacablemente confrontado con los poderes militares constituidos. Y esta fue la tónica desde 1945, se confrontó y aisló a la antigua URSS, luego al comunismo ideológico, las revoluciones nacionalistas en América Latina y el Medio Oriente, y recientemente al islamismo radical.
Para los países emergentes, cuyas economías crecieron y se desarrollaron hasta el punto de desafiar a la potencia hegemónica, el Nuevo Orden Mundial, ya no debería girar alrededor de una sola potencia, ni de un solo sistema jurídico, financiero, económico ni ideológico. Los países emergentes más desarrollados elaboraron el constructo del “Orden Mundial Multilateral”. Una suerte de entrelazamiento económico financiero diversificado, que pusiera al centro de las relaciones comerciales el intercambio financiero-comercial y el desarrollo humano de las sociedades comprometidas con esta nueva visión. Un Orden Multilateral que desde luego se ha vuelto un desafío a la hegemonía mundial del modo de vida americano. Dos condiciones se han madurado para enfrentar este nuevo reto mundial, la consolidación de otras superpotencias nucleares (Rusia, India, Corea Norte e Irán), y la emergencia de nuevas y sobre salientes potencias económicas y tecnológicas (China).
Visto así el cuadro, vemos que la Guerra, no es precisamente por el imperialismo ruso o el nazismo ucraniano, elementos que insisto, sirven ambos de pretexto para visualizar el nacimiento de dos sistemas fuertes, con altos grados de independencia, autonomía y potencia nuclear.
La guerra económica dirigida en contra de Rusia pretende aislar, desgastar y provocar la quiebra de la economía Rusa y, por esta vía, debilitar a China y a los países emergentes promotores del multilateralismo.
Si esto es una hipótesis factible, ambos contendientes, ambas alianzas de países, suponemos, deben haber calculado los costos y los beneficios de la guerra, y ambos bloques supusieron que tenían el control de todas las variables, y ambas alianzas deben pensar que saldrán ganadoras de la masacre a Ucrania.
Masacre de la población ucraniana, que quedó en medio, y quedo reducida a víctima por el lado Ruso y, al vergonzoso papel de títere, por el lado Norteamericano.
El gobierno norteamericano hizo estallar las negociaciones entre Ucrania y Rusia y convenció a Zelensky y a Europa de que la hegemonía unilateral seria la vencedora del conflicto. Pero el Gobierno Ruso y el bloque multilateral están resistiendo la ofensiva de las sanciones, y todo parece indicar que podrían generar un viraje al sistema de relaciones internacionales, estableciendo de manera definitiva un bloque multilateral, aunque, sin duda, dejarían al mundo en una permanente condición de guerras parciales o la amenaza permanente de una guerra mundial y nuclear.