Tijuana.— El campamento habilitado por cientos de familias migrantes en El Chaparral, en Tijuana, estaba en penumbra.
No eran ni las cinco de la mañana, cuando personal del gobierno irrumpió entre las casas de campaña con luces y el ruido de un megáfono para desalojar a casi 400 personas: “Sólo los delincuentes atacan así de noche”, clamó uno de los migrantes, mientras miraba cómo destruían su tendido y trataba de rescatar sus pertenencias.
Hace dos semanas, empleados del ayuntamiento de Tijuana se trasladaron al puerto fronterizo donde acampaban migrantes, principalmente mexicanos, para realizar un censo: 384, fue el número oficial. Desde ese entonces ya advertían el plan de desalojar a las personas que ahí se encontraban, todos con la intención de pedir asilo al gobierno estadounidense.
En el desalojo participaron alrededor de 200 elementos, entre oficiales de la policía local y de la Guardia Nacional (GN), además de empleados de los tres órdenes de gobierno. La primera en llegar fue la GN. Se plantaron en las calles desde una cuadra antes para evitar el paso de la gente, se colocaron como una muralla, con olete y escudo, usados comúnmente en disturbios.
Eran casi las 4:00 horas cuando contingentes de la Policía de Tijuana se abrieron paso. Equipados con equipo antimotín, se acercaron al área donde estaban las familias y, en medio de la oscuridad, cuando nadie estaba alerta, los obligaron a retirarse.
Todos serán reubicados en alguno de los cuatro albergues habilitados: uno para hombres, otro para mujeres con niños, uno más para familias y un último para la comunidad diversa.
Fuente: El Universal
