Por Edgard González Suárez
La retirada estratégica de las fuerzas de la Federación rusa en Jersón, Ucrania, el pasado 9 de noviembre, ha sido utilizado por ambos bandos como un tema de propaganda, que no deja convencidos a nadie.
Por un lado, los corporativos mediáticos dominados por la propaganda americano-ucraniana han celebrado esa retirada de Rusia en Jersón como una victoria indiscutible e irreversible del ejercito ucraniano sobre un supuesto disminuido y descontrolado ejército ruso.
Justamente, un día después de los comicios en los EEUU, tanto Rusia como Ucrania aparecen asegurando estar dispuestos a resolver el conflicto mediante una mesa de dialogo. Pero mientras Zelensky, condicionaba esa mesa de negociación a condiciones imposibles de cumplir, como: devolución de las regiones y territorios invadidos, reparación de daños a la infraestructura del país, indemnizaciones al régimen de Ucrania, desarme total de la zona y a la salida de Vladimir Putin del gobierno de la Federación Rusa. El Kremlin, por su parte, definió que sus objetivos militares estaban cumplidos, que parte de su ejército se replegaría al margen oriental del río Niéper y se declaraba estar en condiciones para solucionar el conflicto mediante el dialogo con el régimen de Kiev.
Para algunos aliados y observadores, la decisión del repliegue, abandonar Jersón, era una táctica un tanto confusa, engañosa y difícil de revertir. Sostuvieron que eso solo era posible si efectivamente los rusos se habían dado cuenta de su inferioridad en el campo de batalla o de asumir tácitamente que perderían esa batalla.
Por su parte, los rusos mediante videos doblados al inglés, al español, y al ucraniano, explicaron las razones tácticas y estratégicas de dicho repliegue, asumiendo, por parte del cuartel general de la operación militar en Ucrania, era una decisión ordenada, rápida y con el propósito de garantizar la vida de los soldados rusos.
En cambio, Ucrania celebró mediante videos, documentales, y escenificaciones, como la aparición en pantalla del propio Zelensky, de como habían derrotado al ejército ruso, como la población salía a festejar la expulsión de los rusos de jersón, y como los valientes soldados ucranianos habían “recuperado” Jersón, una zona que ahora, dicen ellos, es ucraniana.
En los estados unidos ya se expresaron dos posiciones: la de la Casa Blanca, que sostiene que abría que mantener la ayuda militar, los niveles de financiamiento necesarios para la defensa de Ucrania, y que, si bien hay que negociar, aún no es el momento. Habría que obtener varios triunfos e imprimir serias derrotas al ejército ruso para colocar en una mejor posición a Ucrania en la negociación.
En una lógica distinta parece estar una parte del pentágono, quien asegura que es ahora precisamente el momento mas oportuno para negociar, sostiene la idea de que ni Rusia, avanzará más, ni Ucrania podrá arrebatarle nada de lo ya ganado a Rusia. De lo que se desprende que prolongar la guerra solo sería en detrimento de Ucrania, puesto que el invierno es un factor siempre en contra y muy impredecible, el movimiento táctico ruso para aposentarse en lado oriental del rio Niéper, solo podría significar, que, en invierno, fines de noviembre y hasta finales de marzo, las fuerzas ucranianas podrían colapsar en los otros frentes de lucha: Lugantz, Donést, y Zaporiya, pudiendo perder aún más territorio.
Sin embargo, la Federación Rusa, dejando que el enemigo llegue a un consenso, todo parece indicar, que de no abrirse una mesa de negociaciones lo más rápido posible, dejará que la llegada del invierno inmovilice a una parte del ejercito ucraniano, mientras, la aviación, los misiles y los drones continúan machacando la infraestructura ucraniana en todo el país, logrando obstaculizar la llegada de suministros al frente de guerra, y cercando a fuertes contingentes ucranianos de combate en tierra.
Todo parece indicar que la paz podría imponerse siempre y cuando una de las partes reconozca que fue derrotada, o que efectivamente, no podrá avanzar más militarmente. Asunto que debe pensar más bien Kiev y no el Kremlin. La prolongación de la guerra supone un mayor esfuerzo bélico y financiero para los EEUU y sus aliados, asunto, que estos aliados, parecen ya no estar muy dispuestos a seguir sosteniendo durante mucho más tiempo. Pero a Rusia tampoco le conviene ese desgaste.
Ucrania acabará aceptando la pérdida de los territorios orientales: Lugantz, Donétz, Zaporiya y Kherson, o a cambio de estos territorios -asunto que Rusia podría valorar-, quedarían bajo mandato o control militar de la ONU, Ucrania asumiría un estatuto de neutralidad, es decir, no podrá acercarse a la OTAN, un desarme limitado del ejército ucraniano, en los territorios prorrusos, y por su parte, Rusia acabará aceptando la existencia del Estado Ucraniano, aceptará al régimen de Kiev, su control de las fronteras y su dinámica política interna.
Una hipótesis que aquí ya habíamos vislumbrado. Como dijimos en su momento Toda Guerra acaba en una negociación política.
