La mañana del 4 de noviembre del 2021, Erick Antonio Herbert Guzmán de 35 años caminaba sobre la calle Aviador Rovirosa, de la colonia Francisco Villa en el municipio de Las Choapas, al sur de Veracruz, metros adelante fue asesinado al ser usado como escudo por otra persona que era seguido por un delincuente.
“El pelón, como le decían de cariño sus familiares y amigos, se dirigía en compañía de una menor hacia una tienda cercana cuando se encontraron con una persecución, un hombre armado seguía a otro joven identificado como Eduardo, quien al verse acorralado lo utilizó como “escudo humano”, por lo que una de las balas acabó con su vida.
Metros adelante, Eduardo también fue asesinado, dejando el cuerpo de Erick Antonio ante el asombro de vecinos y testigos que no daban crédito al doble homicidio registrado a plena luz del día.
Ha pasado un año de la tragedia que enlutó a la familia de Erick y no se ha logrado detener al responsable, quien logró escapar de las autoridades, por lo que el crimen continúa impune; por ello siguen pidiendo a las autoridades que se haga justicia y no se dé carpetazo a este caso. Autoridades han confirmado que Erick fue una víctima colateral, pero no han logrado identificar al agresor y el caso sigue sin esclarecerse.
Ello incluso fue calificado como una injusticia de parte de la familia. “Desafortunadamente estamos en un país donde muchas muertes quedan impunes, como familia duele, duele porque era algo que no se merecía, era una persona alegre, joven y lleno de vida, con una vida por delante, no se lo merecía porque no debía nada”, reclamó con lágrimas María del Pilar, prima de Erick.
Erick trabajaba limpiando terrenos y haciendo servicios generales a sus vecinos Desde su niñez, Erick se dedicaba a trabajar dentro de su misma colonia, primero hacía mandados entre sus vecinos para ganarse unas monedas a cambio. Cuando creció y supero la mayoría de edad, comenzó a limpiar patios y realizaba reparaciones en viviendas, por lo que se volvió muy conocido entre sus vecinos, quienes constantemente le daban empleo, pues aseguraban que era trabajador y honesto.
“El trabajaba cuando lo necesitábamos, ahora sí, nunca decía que no, en las buenas y en las malas; fue algo triste su muerte”, dice don Marcelino Vasconcelos uno de los vecinos de Erick que asegura lo vio crecer.
Fuente: Milenio
